A CONTRALUZ
Una trumpada a la globalización
En su primera semana en la Presidencia, Donald Trump ha definido el rumbo de su gobierno en materia económica con la suscripción del decreto para retirarse del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), lo cual podría significar el adiós a la globalización económica o al menos que EE. UU. deje de tener la hegemonía en su conducción y esta sea asumida por China. Amén de su estilo personalista, que significa hacer lo que le venga en gana, el paso de Trump por la presidencia de EE. UU. tiene implicaciones mundiales que podrían traer cambios drásticos en su relación con otros países en materia económica y política. America First, su eslogan, sería un retorno a políticas proteccionistas, la direccionalidad de la economía desde el Estado y el rechazo al libre comercio, lo cual entra en contradicción con los postulados del Partido Republicano y que había abrazado también el Partido Demócrata. A nivel internacional podría significar un retraimiento de la política exterior que ha mantenido Washington y la posible pérdida de su hegemonía geopolítica, en favor de Rusia.
Ese populismo nacionalista del que hace gala Trump se está centrando en cumplir las promesas que hizo a los estadounidenses blancos que han sido golpeados por las transformaciones de la economía mundial. Esa masa poblacional, principalmente la clase media blanca empobrecida que votó por él, ha afrontado esos cambios con mayor desempleo por la emigración de la industria manufacturera a donde la mano de obra es más barata, como México y el sureste asiático. No solo Trump vislumbró esa situación, sino que también lo hizo Bernie Sanders, desde la izquierda demócrata. Desde la óptica ultraderechista de Trump, el enemigo a vencer es esa globalización que ha significado relaciones de desigualdad en el seno de la sociedad norteamericana, sin importar que el Partido Republicano haya sido el principal impulsor de la apertura de los mercados mundiales y del libre comercio.
La nueva administración enfoca su atención hacia dentro de EE. UU. y pareciera no comprender que la economía también tiene su correlación geopolítica. El senador republicano John McCain, un crítico de Trump, señala que la salida del TPP es un grave error porque dañará la posición estratégica de Washington en la región Asia-Pacífico, que podría beneficiar a China. “Esa decisión creará un espacio para que China reescriba las normas económicas a expensas de los trabajadores americanos y enviará una señal preocupante sobre el repliegue americano en esa zona”, expresó McCain. Otros críticos advierten que las medidas proteccionistas y la imposición de trabas a la importación de productos y servicios de otros países podría generar una recesión en la economía norteamericana, algo que no ha previsto Trump.
En el caso de Centroamérica, el mayor castigo que podría generar Trump es acelerar la deportación masiva de migrantes y la imposición de un gravamen a las remesas, lo cual afectaría las débiles economías, principalmente de Guatemala, Honduras y El Salvador. Sin embargo, los efectos no son solo para nuestros países, sino para la economía norteamericana. Muchos de los trabajos que realizan los migrantes no los quieren los estadounidenses, lo que implicaría que labores de carácter agrícola, manufactura y de servicios, entre otras, no tendrían quién las efectuara. Aunque aún es muy temprano para prever qué ocurrirá a mediano plazo, lo que sí es cierto es que la forma impulsiva de Trump para desarrollar sus políticas podría acarrearle más problemas que beneficios a la economía de EE. UU.