EDITORIAL
Urge coalición antiterrorista
La amenaza proferida por los dirigentes del Estado Islámico contra varias capitales europeas y Washington, obliga a pensar con toda seriedad en la urgencia de integrar una coalición internacional contra este grupo fanático que ha cometido toda una larga serie de atrocidades y que ahora tiene la capacidad de atacar donde le plazca, sabedor de la imposibilidad de que se puedan evitar matanzas como la de París.
Esa coalición internacional obliga a que las democracias occidentales hagan a un lado las diferencias con Rusia y conjuntamente presionen para que participen también todos los países árabes distintos a Siria, en especial Arabia Saudita. Ya no se trata de alguna obra cinematográfica de ciencia ficción: la tecnología al alcance de cualquiera permite a un grupo reducido de desquiciados poner al mundo a sus pies.
Ciertamente, cada uno de los países con un papel protagónico en este asunto tiene su propia agenda y responde a sus propios intereses, por lo cual confían en acuerdos políticos aun a sabiendas de que no hay voluntad política de cumplirlos o que hacerlo es imposible, por razones que incluyen una serie de aspectos relacionados con la geopolítica, la religión y, en general, la cultura. Pero en este momento, y por mucho tiempo si no se ataca de raíz este mal, tienen un enemigo común, que incluso intenta hacer realidad la históricamente superada idea de un califato en Europa.
Se trata de una tarea titánica, en la cual poca duda cabe que muchas vidas inocentes quedarán en el camino, y que se complica aún más porque los participantes en cualquier acción terrorista cometida en nombre de ideas religiosas del Corán, simplemente no temen a perder la vida y, lejos de ello, lo buscan, y lo hacen con armas de las más modernas. Los efectos multiplicadores de sus crímenes de lesa humanidad se facilitan a causa de la nueva realidad tecnológica del mundo.
Es indispensable hacer un estudio crítico de las decisiones políticas occidentales, sobre todo de Estados Unidos, en los últimos 15 años. Cómo la Guerra del Golfo, por ejemplo, cambió el mapa geopolítico de la zona, y cómo todo parece indicar que la idea de implantar una democracia al estilo occidental no tiene posibilidades reales por motivos históricos, sobre todo, tanto en el Medio Oriente como en la misma Rusia, cuyas acciones militares recientes en contra de los asesinos yihadistas no dejan lugar a dudas acerca de lo que podría llamarse una zarización.
Es fundamental que la opinión pública occidental comprenda las causas de esta campaña de terror, que no puede tener visos de terminar a menos que ocurra la aniquilación de los fanáticos. Debe saber además que actos terroristas como el de París han sido numerosos en ciudades africanas y de otros países árabes, pero que a causa de la distancia geográfica no han recibido cobertura mediática suficiente al no tener tampoco interés en las audiencias.
Ante un enemigo no solo común, sino implacable e irracional, nada sustituye a la unidad para enfrentarlo. La ONU tiene mucho campo de acción para presionar a los países árabes que no actúan o lo hacen tímidamente. La amenaza es global y no hay razón para pensar en que se detenga cuando hayan sido conseguidos los primeros objetivos en Occidente. Se voltearán al mundo musulmán moderado para, literalmente, conquistar el mundo.