Víctima de subrogación
proveniente hasta de sus progenitores y familiares cercanos. El bullying es otra plaga que los acosa. Los pervertidos los lastiman en cuerpo y alma.
En medio de esta realidad, se produce la reciente sentencia de una Sala de Apelaciones, en relación a un litigio relacionado con un niño nacido por “alquiler de vientre”. No es la pretensión vilipendiar al tribunal que dictó la resolución ni de debilitar las instituciones. Es solo un llamado a verlo con ojos de humanidad.
Un poco de historia no cae mal, sobre todo ahora que el tema de las adopciones hizo parte de un condicionamiento que vino del norte para que sean agilizadas las que están pendientes.
Durante el 2006, la prensa reveló que Guatemala ocupaba el segundo lugar en el mundo en adopciones. “Es tal su nivel de operaciones, que casi cada dos horas y media un chapincito es dado en adopción, los principales destinos son Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña”, se leía en un reportaje.
También era un secreto a voces que el negocio era muy lucrativo. Se divulgó que eran redes que involucraban a varios profesionales. Cada pequeñito tenía precio, según su sexo, edad y características. Se ofrecieron como mercancías en páginas web. Se anunciaba que eran saludables, hasta se “ofertaron dos por uno, al mismo precio”, lindos niños hasta de 9 días de nacidos, corto tiempo de espera y las familias podían escoger según sus gustos. Hasta los hoteles se vieron beneficiados.
Era muy común ver a parejas de extranjeros en el lobby de estos lugares con carruajes de pequeñitos, igual sucedía en el aeropuerto o en los aviones. Iban y venían a ver a los niños antes de llevárselos y, de paso, también podían hacer tours, visitas, comprar suvenires. Todo podía encontrarse en catálogos.
Pero esta trata de personas, tolerada y fomentada, no paró allí. Como la demanda creció, se robaron a los niños, los compraron a madres con necesidad y desde entonces se denunció el “alquiler de vientres”, drama que quedó en el olvido, tanto por quienes se beneficiaron del negocio, como por quienes impunemente lo incentivaron, convirtieron en mercancía la maternidad, el cuerpo femenino que la posibilita y a los niños(as).
El fallo de la Sala de Apelaciones de la Niñez y la Adolescencia que se refiere a un caso de este tipo encontró una salida legal a un caso muy difícil, al decidir que el pequeñito, que nació de esa subrogación de maternidad, debe estar siete días con la madre legal y siete con el padre; la pareja se separó. ¿Quién pensó en la estabilidad emocional del menor? La justicia es ciega, pero no inhumana.
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