Víctimas inocentes de los malhechores

En cuestión de días, en el país se han producido hechos de violencia atroces que de verdad conmueven por la evidente sangre fría con que se cometen, como ocurrió el viernes último, cuando un grupo de desalmados sicarios le dio muerte a un piloto de autobús de rutas cortas que cubre el trayecto entre la capital y Villa Nueva, y como consecuencia de la colisión resultante pereció también su esposa, quien se desempeñaba como su ayudante y además había recibido dos balazos.

Pero poco más de 72 horas después se informó de la lamentable muerte del empresario español Gilberto Puertas Arduengo, quien había sido plagiado en Alta Verapaz la semana pasada, junto a otras dos personas, y aunque estas fueron liberadas el domingo recién pasado, tras un tiroteo entre secuestradores y agentes de la Policía, fue demasiado tarde para el señor Puertas Arduengo, cuyo cuerpo sin vida fue localizado enterrado en el patio de la choza donde fueron sorprendidos los presuntos victimarios.

En el caso de la pareja asesinada en Villa Nueva, prácticamente no se sabe nada y quizá nunca se descubra quiénes fueron los responsables del doble homicidio, pero respecto del empresario español, los primeros datos proporcionados por el Instituto Nacional de Ciencias Forenses evidencian que este recibió un fuerte golpe en el pecho que le ocasionó complicaciones en otros órganos, y que probablemente su muerte se debió a un paro cardiorrespiratorio en pleno cautiverio, víctima de un grupo de desalmados.

El punto axiomático de estos sucesos es que cuando las condiciones de seguridad no mejoran en un país tan castigado por la violencia, los malhechores actúan con la convicción de que pueden delinquir sin temor a ser atrapados y quizá por ello cometen actos tan deplorables, porque igualmente son demasiado elevados los indicadores de impunidad, y eso solo puede contribuir a la errónea creencia de que el crimen paga, y ese es el desafío que debe encararse para avanzar hacia el fortalecimiento del sistema de seguridad.

Hace tan solo unos días el subsecretario general de la Organización de Naciones Unidas presentaba el informe de desarrollo humano, en el cual resaltaba que las políticas de choque no habían funcionado en América Latina, lo cual no dejó de causar cierta molestia entre las autoridades de seguridad. El mismo ministro de Gobernación dijo días después que tenían un plan amplio que cubría diversas aristas del problema. Sin embargo, casi termina el primer mes del nuevo año y preocupa que continúe la misma tónica y que los delincuentes sigan sembrando terror y luto entre los guatemaltecos.

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