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Julio Serrano: “La investigación es curiosidad y la escritura es decisión”

El artista conversa de su proceso creativo y el asombro por lo cotidiano. Afirma que la poesía es la mirada que rige su vida, así como la exploración y el diálogo guían su arte.

El artista Julio Serrano considera que la curiosidad es uno de sus motores para la creatividad. (Foto Prensa Libre: cortesía).

El artista Julio Serrano considera que la curiosidad es uno de sus motores para la creatividad. (Foto Prensa Libre: cortesía).

Cuando una persona se dispone a crear algo la inspiración puede llegar desde donde menos lo imagina. Quizá para unos basta con sentarse a reflexionar acerca de la vida, mientras que para otros esa introspección los hace indagar en más preguntas que, aunque parecieran no tener respuesta certera, los invita a tratar de responder por medio del arte y así replantear la realidad.

El poeta y artista multidisciplinario Julio Serrano Echeverría tiene claro que su punto de partida para la creación es la poesía. De ella surge él, como un hombre en constante movimiento que trata de imaginar una nueva realidad desde los distintos lenguajes del arte, como un ser humano que absorbe todo lo que ocurre a su alrededor para tratar de entender su vida.

¿Qué es la escritura para usted?

Son distintos momentos de la vida. No es esta idea de que escribir solo es sentarse a pensar en un leguaje articulado y sus letras, sino que es un proceso que está conectado a la curiosidad e investigación. Trabajo siempre mis proyectos con investigaciones porque es lo que les da forma, algunas veces es forma de fotografía, de poesía, de ensayo, etc.

Entonces, la escritura es el universo en el que me meto y en el que me mantengo. Por ejemplo, hubo un momento en el que me metí al universo de las montañas y todo lo que hacía estaba alrededor de ellas, desde pensar, leer, escuchar, ver películas, caminar. Todo lo que implica investigar creativamente es escritura.

¿Cómo se da cuenta que la investigación es el trasfondo de la inspiración?

En el 2011 estuve en México haciendo una investigación sobre migración. De todo lo que aprendí, tuve la fortuna de darme cuenta de que para la creación se necesita tiempo. El gran recurso es el tiempo.

La inspiración es curiosidad organizada. No alcanza con lo que se tiene en el cuerpo, en la librera, en la memoria, sino que hay que buscar fuentes nuevas, aprender nuevas cosas. Ese movimiento me mostró que mientras más sucediera a mi alrededor había más materia para crear, imaginar y seguir trabajando. Entonces, ahora tomo la tarea de ir a jugar, sentir, ver, escuchar y hablar, ser un intruso de la temática que estoy buscando.

Julio Serrano ha publicado poesía, crónica y literatura infantil. También ha incursionado en el periodismo y el ensayo visual. (Foto Prensa Libre: cortesía).

Entonces, ¿qué tipo de movimientos creativos son los que lleva a cabo?

Tienen que ver con la cotidianidad, esa es parte de la magia. El sentido que se desarrolla es la atención. Soy una persona muy atenta al entorno y muy curioso. Por ejemplo, si estoy sentado en el sillón de la sala y escucho el sonido de una vela que encendí hace rato, entonces le presto atención.

Esa es una lección muy mesoamericana para mí, es algo que me ha enseñado mi dialogo voluntario con la cosmovisión maya, que todo lo que nos rodea tiene identidad, espíritu, entonces podemos tener diálogo con lo que nos rodea.

Cuando vemos las cosas con una mirada dramática se reciben estímulos fuertes de ideas y emociones. Con el ejemplo de prestarle atención a la vela, al sonido que emite, quizá podría tener una historia acerca de las cosas que suenan y que no sabía que sonaban, puede ser una historia para niños. Así funciona prestarle atención a las cosas y desplazarme de lugar porque quiero saber más. Podría preguntarle a un bombero cómo suena un incendio, eso es investigar. No me alcanza el estímulo inicial, me toca dar el siguiente paso que es aprender acerca de eso que se manifestó.

 

Cuando uno se sumerge en una investigación creativa comienzan a manifestarse las rutas para aprender, entonces solo queda decidir hacia donde vamos. Si la investigación es curiosidad, la escritura es decisión. Yo decido que señales seguir.

¿Cuál es su último aprendizaje de este tipo?

Hace más de un mes di positivo a Covid, por lo que tuve que estar en casa. No podía hacer casi nada, tenía poca energía, pero me di cuenta de que las enfermedades sirven para regresar a uno mismo.

Desde hace siete años tenía un cuento en mi cabeza, basado en un sueño, que quería escribir, pero no podía. Sin embargo, en este periodo de confinamiento lo pude hacer. Fue muy lindo que algo tan complicado como la enfermedad nos recuerde que en el centro de nosotros están esperando elementos importantes que desean salir.

El aprendizaje fue cómo la memoria está en mi cuerpo. Yo soy memoria, de alguna manera este caso me reconectó con un ser mío muy profundo que quería salir. Incluso, avancé en proyectos de escritura que no había podido en los últimos dos años.

Julio Serrano participó en la 21 Bienal de arte Paiz, Guatemala, curada por Gerardo Mosquera, Laura August y Maya Juracán, 2018. (Foto Prensa Libre: cortesía).

¿Cómo llegó la escritura a su vida?

Creo que a lo largo de mi vida ha pasado varias veces. La primera fue a los 9 años cuando leí Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda, porque mi padre lo estaba leyendo. Me gustó mucho, no por el amor, sino porque el lenguaje.

Recuerdo que puse una hoja en blanco en la máquina de escribir de mi papá y me propuse a escribir como Neruda. Fue mi primera crisis ante una página en blanco, no pude escribir nada. Recuerdo esa confrontación, que terminó hasta los 14 años, porque en la adolescencia ya me llegaron los libros y las palabras. Me di cuenta de que amigos cercanos escribían. Mi manera de entender la escritura está muy ligada con mi pueblo, mi origen, entonces, nos juntábamos a tomar café y a intercambiar libros.

Cada cierto tiempo reafirmo que esta es mi manera de vivir. Refirmo que la escritura es la manera más personal, más amada, en que la vida se manifiesta en mí.

Sus proyectos como artista multidisciplinario están relacionados con la memoria histórica y la cultura de la región…

Sí, es algo espiritual, es la conexión que tenemos los seres vivos de comunicarnos. Me parece un evento extrañamente bello haber nacido en este tiempo. Creo que somos privilegiados porque tenemos una carga poética gigante. Somos una región que siempre está manifestando su sentir.

“Si le ponemos atención a todo lo que se manifiesta ahora, hay mucho que contar. La memoria está en el cuerpo, en el territorio, en los demás; hay que sentarse a escuchar”. Julio Serrano Echeverría, poeta y artista multidisciplinario

Desde mi ser ladino quetzalteco, nací y vio en una región en donde el universo fue creado. En un lugar en donde se crearon idiomas y se siguen hablando. Yo no hablo ningún idioma maya, mi idioma materno es el español, pero puedo sentir la fuerza de cómo la vida se creó acá. Como poeta siento el compromiso de poder contarlo.  La cantidad de estímulos poéticos que hay en este territorio es inmenso, por ello hay que sentarse a escuchar.

¿En qué momento incursiona en la poesía y literatura infantil?

Lo primero que llegó fue la poesía y nunca se fue. Soy un poeta que explora en otros lenguajes, por eso he estado cerca del cine documental, de ficción, de la fotografía, entre otros. Lo que hago es desde la poesía y aprendo de otros artistas.

La literatura infantil está muy relacionada con la poesía porque puede conectarte con un universo, en este caso, la infancia. No me refiero a conectar con nuestro niño interno, sino a un universo al que podamos volver por medio del lenguaje.

El cine me llega como una experiencia colectiva y colaborativa. El gran aprendizaje que me ha dejado es a trabajar en equipo, así que ahora lo aplico en todos. Mis proyectos siempre están abiertos y busco tener un diálogo y polifonía en ellos.

La literatura infantil de Julio Serrano, como su libro En botas de astronauta, busca conectar al lector con su infancia y sus recuerdos. (Foto Prensa Libre: cortesía).

Al final, todo lo hago desde la poesía. Mi papá tiene la capacidad de contar historias de manera oral, así nació el amor por la palabra literaria. Mi mamá viene de la música, yo nací cantando. Entonces, en la combinación de la tradición oral y de la música seguro que tenía que salir poesía.

¿Cuál es la lección que le ha dejado el arte?

La necesidad de imaginar el mundo. No es solo una necesidad estética o placentera, no es el gozo de la poesía o del arte y de la belleza. Sino que necesitamos seguir imaginando el mundo porque, sino sé si a todas las personas les pasa, pero en este país a cada rato sentimos que ya todo colapsó.

Parte de lo que el arte nos da es seguir imaginando, no solo otros mundos posibles, sino que nos permite cambiar la historia y los cuerpos. El arte siempre se adelanta a imaginar. Ese es el gran regalo que nos da.

El arte está directamente conectado a la vida, en su capacidad de que la vida puede seguir poque si solo fuéramos entes pensantes y racionales, si solo tuviéramos las herramientas que tenemos a la mano para entender esta realidad, pensaríamos que esto se acabó. La vida sigue siendo posible y el arte es una prueba concreta de que así es.

¿El arte puede ser una herramienta para romper las fronteras de la región?

No creo que el arte vaya a salvar a nadie. No creo que pueda hacer algo contra el hambre y las grandes estructuras económicas que rigen la desigualdad. Pero sería imposible transformar esa realidad sin aquello que el arte nos provee. Digamos que es una herramienta intermedia. No le podemos pedir que cambie la realidad, no tiene esa fuerza, pero sí tiene sensibilidad, reconocimiento de la vida, la capacidad de imaginar algo que no hubiéramos logrado si no nos pudiéramos dejar llevar por la propia vida y sus lenguajes.

El arte no es el fuego, sino que es la persona que se encarga que la llama no se apague.

ESCRITO POR:

Andrea Jumique Castillo

Periodista de Prensa Libre especializada en temas de salud, bienestar y cultura, con 5 años de experiencia.