Remembranzas

Cronista que marcó época

Pasión por el deporte —sobre todo, el softbol y basquetbol—, una actitud siempre positiva y dedicación constante distinguieron al periodista Carlos Larrañaga Gomar, fallecido el sábado 28 de abril y quien fuera fue uno de los primeros cronistas de la sección de Deportes de Prensa Libre.

Carlitos, como solían llamarlo sus amigos, nació el 26 de abril de 1927. En su juventud vivió en fincas en Santa Lucía Cotzumalguapa y Tiquisate, Escuintla, donde disfrutaba de la vida al aire libre y practicaba equitación y natación.

Fue el primer reportero de planta de la Sección de Deportes de Prensa Libre, donde trabajó junto a uno de los fundadores de este matutino, Salvador Girón Collier (Pomboch), a quien consideraba su gran maestro.

El periodista Julio Trejo Pineda refiere que Larrañaga solía contar una anécdota de sus inicios como periodista: “Le llevé a don Salvita una nota de beisbol que, según yo, había escrito linda. Escribí que un jugador a la defensiva había ‘volado como los ángeles’ para atrapar un sólido batazo que amenazaba ser, por lo menos, triple. Don Salva me dijo que yo escribía bonito… pero ¡qué mal redactaba para un periódico!”.

Su dedicación fue reconocida con la Medalla Deportiva, máximo galardón que otorga la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala. Además, el diamante de softbol de la zona 15 lleva su nombre desde el 2007. Aquel mismo año, en el 23 Congreso de la Federación Internacional de Softbol, fue electo miembro del Salón de la Fama de ese deporte.

Hombre de familia

Larrañaga tuvo cuatro hijos: Patricia, Carlos, Raúl y Maritza, a quienes dirigió en el equipo de softbol Café Familiar.

Según José Fernando Saravia, quien conoció al cronista en 1980, en la Academia Deportiva, era una persona con espíritu positivo y afable. “¡Maravilloso!” o “¡Fabuloso!”, eran expresiones usuales en él.

Tuvo también muy buena voz, y por ello llegó a ser solista del coro de una universidad de Nueva York.

Infaltable

En las actividades por el 60 aniversario de Prensa Libre, en el 2011, Larrañaga fue invitado especial. En una reunión, junto a otros de los primeros empleados de esta empresa, relató la angustia que vivió cuando fueron secuestrados, en diferentes hechos, dos directores de este matutino.

En ambos casos se le pidió que fungiera como correo, para la entrega de las demandas y comunicados de los captores, algo que le dio mucho miedo pero cumplió por amistad.

Pese al cáncer que le aquejaba, disfrutó hasta el último día de su vida junto a sus hijos. El 26 de abril celebró su 85 cumpleaños y degustó un tamal.

Dos días después descansó en paz.

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