Remembranzas

Jorge Arnoldo Daetz Caal

Jorge Arnoldo Daetz Caal vivió sus 73 años con la curiosidad de un niño, con los ojos bien abiertos, para no dejar de aprender ni sorprenderse ante la vida.

Remembranza, Jorge Arnoldo Daetz Caal

Remembranza, Jorge Arnoldo Daetz Caal

Nació en Cobán, Alta Verapaz, y fue el segundo de siete hermanos. Creció en un hogar muy sencillo y humilde, pero ahí adquirió llaneza, cualidad que le permitió relacionarse, mucho después, con diplomáticos.

Según su hijo mayor, Jorge, el logro profesional más grande de Daetz Caal es haber salido de un origen humilde y representar a su país como diplomático y alto funcionario de varios gobiernos que, sin importar ideologías, reconocieron su preparación y talento profesional.

Fue un hombre entregado a su trabajo; su esposa, Conchita Ramírez, recuerda que sus jornadas laborales se extendían hasta 14 horas diarias. Además, siempre se desempeñó con dedicación y honestidad. Su amigo entrañable Édgar Wagner afirma: “Jorge Arnoldo se distinguió por tener un gran talento, esa ocurrencia espontánea y la capacidad para sacarle humor a todas las situaciones”.

Inspirador

De acuerdo con sus hijos, una de las mayores satisfacciones personales de su padre fue haber inspirado, apoyado y dirigido a sus hermanos para que pudieran superarse, labor que valió la pena, ya que en la familia hay médicos, abogados, ingenieros, entre otros profesionales. Este legado alcanzó no solo a su generación, sino también a sus descendientes. “Nos inculcó el deseo de superación”, asegura su hijo menor, Juan Carlos. Además “siempre nos hizo hincapié en ponernos en los zapatos de las otras personas y tratarlas como nosotros queríamos ser tratados”, agrega.

Entusiasta y activo

Uno de los primeros trabajos que Daetz desempeñó fue la locución. En la década de 1960 dirigió un programa de música clásica en el cual intercalaba poemas de Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Miguel Ángel Asturias, José Batres Montúfar y otros escritores. Fue desde la cabina de radio donde empezó a conquistar a Conchita Ramírez, con quien contrajo matrimonio, compartió 46 años de vida y procreó dos hijos.

Ella afirma que él era un hombre “especial para tratar a quienes le rodeaban”. Tocaba violineta, xilófono y marimba. Los años a su lado estuvieron acompañados de alegres e inolvidables veladas, ya que mediante sus historias, anécdotas, poemas y música era el alma de la fiesta.

Su hermano, el médico Oswaldo Daetz, cuenta: “Arnoldo participó en actividades de radiodifusión, y por muchos años estuvo involucrado en el desarrollo y la presentación del Festival Folclórico Nacional Rabín Ajaw”.

Después de su partida, tras haber sufrido un paro cardiaco, el 18 de julio recién pasado, son múltiples las anécdotas e historias que sus seres queridos atesoran y mantendrán vivo el recuerdo de este ser humano sencillo, optimista y alegre, que amó sus raíces y soñó con una Guatemala mejor.

ESCRITO POR: