Remembranzas

Remembranza: José Macario Morales

Por los suelos Chichicastecos, uno de los puntos donde se dice que prevalece la ancestral esencia maya, la justicia llegó gracias al tata José Macario Morales.

José tenía encomendada una tarea importante. La delincuencia hacía de las suyas y se necesitaba gente con valor. No era un trabajo sencillo, pero sabía que debía castigar a chicotazos al que hiciera mal. Se convirtió en juez del bien y el mal y entendió lo que alguna vez escribió Víctor Hugo: “Es fácil ser bueno; lo difícil es ser justo”.

“Estamos cansados de tanta inseguridad. No promovemos los linchamientos, estamos en contra de esa práctica y de encarcelar a los delincuentes; preferimos la imposición de sanciones económicas, físicas o de trabajo comunitario como medida de resarcimiento del daño que cometieron”, pronunció alguna vez el primer Kamalb’e —guía en idioma k’iche’— y alcalde de justicia de Chichicastenango, José Macario.

Servicio

De pequeño se caracterizó por servir a su gente y a su pueblo. Junto a su padre sembró granos y cortó leña para llevar el sustento a su familia.

Cuando estalló el conflicto armado abandonaron la comunidad para buscar refugio. Su padre había fallecido por quebrantos de salud, y José se atribuyó toda responsabilidad del hogar.

“Gracias a él aprendí a leer y a escribir”, comenta Sebastián, su hermano. “Siempre veló para que no faltaran las tortillas, y cuando se pudo también nos llevaba frijoles”, recuerda Tomasa Morales Mejía, su madre.

El tata

Con su traje regional que evocaba las creencias mayas y su bastón que lo identificó como líder indígena, José se convirtió en el encargado de hacer valer la justicia y los derechos del pueblo. Su trabajo carecía de ingresos monetarios, todo lo hizo por su comunidad.

“Corregí a tus hijos porque no vaya a ser que sea yo quien los castigue frente al pueblo, y qué vergüenza”, le dijo a su hermano Sebastián. Como alcalde de justicia castigó con chicote de cuero o con la imposición de servicio comunitario a quienes infringieron la ley.

Su trabajo también consistió en velar por la recuperación de patrimonios, inmuebles o enseres de la Iglesia Católica. Inició un proceso en contra del empresario Carlos Slim, quien quiso adueñarse de un terreno que le fue vendido de manera ilícita en los años 1970, en donde se ubicaba la planta telefónica de Telgua. Legalmente pertenecía a la parroquia de Chichicastenango. No descansó hasta recuperar el inmueble, demanda que ganó en 2010.

En una ocasión, el presidente Colom le otorgó una copia del Popol Vuh en apoyo a su trabajo. La misión que hizo por resolver y corregir los problemas de las comunidades, terminó la madrugada del 25 de marzo, debido a un paro cardíaco.

ESCRITO POR:

Axel Vicente, editor de la Mesa de Inmediatez y Tendencias, Prensa Libre, Guatemala.

Axel Vicente

Periodista de Prensa Libre, especializado en audiencias, analítica, SEO, Social Media, Social Listening, con más de 15 años de experiencia en periodismo y con formación por el Knight Center for Journalism, DW Akademie, SputnikPro Journalism Project, Google Analytics Academy.