Remembranzas

Remembranza: Sor Berta González Dehesa

Aunque sor Berta nació en México, fue en los rostros de los más necesitados de Guatemala, con quienes desarrolló la virtud de la caridad.

Berta González Dehesa nació en octubre de 1927, en Tabasco, México. En 1951 ingresó en la Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, y un año más tarde recibió su primera misión que la traería al hospital de Antigua Guatemala. Desde entonces dedicó su vida a servir en este país.

Como una mujer acuciosa, que siempre lograba lo que necesitaba en beneficio de los pobres, la definen quienes la conocieron, entre ellos. El periodista Roberto Vásquez. Una muestra de su firmeza es cuando la llamaron a servir en 1986 como administradora del Hogar Temporal Santa Catalina Labouré—en la zona 1 de la capital—, donde se encontró con un pequeño lugar que contaba con apenas 25 camas, y ella se propuso adquirir una nueva casa cuyo valor era de Q1 millón. A través de un sinfín de actividades logró su objetivo y con ello se mejoraron y ampliaron las instalaciones del hogar a más de 65 camas. Este alberga a familiares de personas que deben ser hospitalizadas, y les proveen un lugar para que duerman y coman. Esto fue parte de todo lo que hizo por los demás, pues su vida literalmente la dedicó al servicio de los enfermos, aliviando su dolor y dándoles palabras de consuelo.

Como hija de la caridad buscaba la manera de resolver los problemas de los necesitados por medio de la ayuda de los demás. Vásquez recuerda que, “por ellos, sor Berta siempre tocaba puertas para recaudar víveres y ropa para distribuirles”. Ejemplos de ese amor al prójimo hay muchos; uno de ellos es el de Ana Chávez, quien trabajó con ella por 12 años, tiempo en el que además recibió el auxilio oportuno de su parte. “Vivirá en mi corazón y en el de mi familia, ya que nos ayudó a salir adelante y a conseguirles trabajo a mis hijos”, cuenta.

Servicial

Por problemas en las rodillas y la columna, sor Berta dejó el Hogar Temporal Santa Catalina Labouré en el 2002, para trasladarse como paciente del Hospital Nacional de Ortopedia y Rehabilitación, Dr. Jorge Von Ahn De León, en la zona 1 capitalina, pero esto tampoco detuvo su deseo de servir. “Ahí tenía un grupo de bienhechores que le permitieron preparar unas bolsitas con presentes para los hijos de los empleados del hospital”, asegura su amiga por casi dos décadas Sabina Rugama. Su enfermedad no fue obstáculo para que estuviera pendiente del hogar, siempre preguntaba si estábamos recibiendo la ayuda de los proveedores, dice Rugama.

Recompensas divinas

De la mano de sor Berta siempre hubo gente que le ayudaba, especialmente en la recaudación de fondos para la adquisición de la casa que actualmente ocupa el Hogar Temporal Santa Catalina Labouré. Uno de ellos es Luis Solórzano, quien recuerda que tenía una máquina de escribir antigua en la que se sentaba, por largas horas, a redactar las cartas para solicitar apoyo.

Solórzano fue testigo de cómo, por su actitud de servicio, también recibió recompensas. Por ejemplo, en una de las visitas del papa Juan Pablo II al país, ella quiso verlo, pero la multitud hizo que no lograra su objetivo y regresó resignada al Hogar, sin ver al Pontífice. Minutos después recibió una llamada para confirmarle que ella era una de las personas seleccionadas para compartir una cena con el Santo Padre.

Sor Berta terminó su misión a los 83 años de edad y 59 de vocación religiosa. Dejó un legado incalculable, de servicio y ayuda al necesitado. Falleció el pasado 5 de mayo por complicaciones respiratorias después de una cirugía en el abdomen.

Sus amigos consideran que el mejor tributo que ella puede recibir es continuar con su ejemplo: seguir ayudando en lo que se pueda a la humanidad, como ella lo hizo.

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