Remembranzas

Remembranza, Ricardo Stein Heinemann (mayo 1949-mayo 2011)

Cuando el 30 de mayo recién pasado se supo de la muerte de Ricardo Stein Heinemann, quienes lo conocieron y mientras asimilaban la noticia recordaban cómo este amigo y compañero les había enseñado tanto.

Su oficina sigue intacta. El escritorio está perfectamente ordenado, y sobre la pila de libros que hay en este figura, aún en su envoltorio, El sueño del Celta, de Vargas Llosa. También hay una pizarra con apuntes, y una de sus características era “poner las cosas en blanco y negro, a ver si sumaban o no”, y por eso los marcadores eran infaltables para él, dice René Mauricio Valdés, coordinador y representante residente del PNUD, su jefe y amigo durante muchos años.

Para Valdés, su amigo era “un hombre centrado y balanceado, capaz de ver los dos lados de la moneda”. Lo recuerda con un gran sentido del humor, pues “era capaz de echarse unos chistes buenísimos y otros, no tanto; era muy bueno para pasar tiempo de esparcimiento”, recuerda. También era un referente cuando de buen comer se trataba, agrega quien también compartió con él su gusto por el buen cine.

“Llamarle en cualquier minuto y encontrar un consejo, una palabra de esperanza o un intercambio de ideas” es lo que más va a extrañar Alberto Brumori, representante de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos. “Lo recuerdo mucho por la calma que siempre tenía, me dejaba desahogarme y después tenía la capacidad de ver un lado positivo en la situación que yo le planteaba” agrega.

Al parecer, el desafío de Stein era vivir y por eso no le daba mucha importancia a las dificultades, sino la oportunidad de respirar un poco más y estar siempre al servicio de la gente, cuenta su amigo Héctor Morales, a quien le enseñó a tomar la vida como algo que Dios nos da y aprovecharla hasta el último segundo.

Pionero de la paz

“Una de sus mayores felicidades era trabajar por Guatemala y buscar caminos para un mejor destino”, cuenta su esposa María Isabel Baeza, con quien compartió casi 29 años de vida. Algunas características que también recuerda Valdés son: “Stein fue un artífice clave de los procesos de paz en este país y en El Salvador. Estoy convencido de que las cosas no hubieran sido igual sin su participación. Por amor a su nación, siempre creyó que las Naciones Unidas era una plataforma para ayudar al país y por eso le dedicó tanto tiempo”, señala. Justo en uno de los momentos más difíciles de la guerra civil de El Salvador, Stein formó parte de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), en El Salvador, donde integró el Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación. Fue director del semanario Proceso, “una publicación que es un paradigma de lo que representa técnicamente el análisis de coyuntura”, afirma Valdés. Sus aportes fueron importantes para el proceso de paz de este vecino país.

En la familia

María Isabel Baeza dice que era amoroso y adoraba a sus hijos y nietos, “uno de sus motivos más grandes de alegría y plenitud”.

Con toda la familia mantenía buena comunicación. “Además de ser primos hermanos, fue el familiar con el que mayor cercanía y confianza he tenido y con quien compartí muchísimas esperanzas y tareas comunes, desde la niñez”, resalta Eduardo Stein, ex vicepresidente de la República. Él lo describe como “alguien con una mente privilegiada, extraordinaria pasión por vivir y entusiasta en extremo”.

Ricardo Stein cosechó buenas amistades durante sus 62 años de vida, tiempo en el que de manera prodigiosa se desempeñó en la docencia, el periodismo y al servicio público. Falleció el pasado lunes, a causa de cáncer en el pulmón.

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