Revista D

Ayuda al asilo de ancianos Rey y David

Desde hace más de dos décadas ha recolectado víveres para personas de la tercera edad. 

Libertad López de Abril también cuidó a sus suegros, ya fallecidos, quienes padecieron alzhéimer. “Gabriela de Abril, mi suegra, era muy dadivosa. De ella aprendí eso”, refiere. Foto Prensa Libre: Roberto Villalobos Viato. 

Libertad López de Abril también cuidó a sus suegros, ya fallecidos, quienes padecieron alzhéimer. “Gabriela de Abril, mi suegra, era muy dadivosa. De ella aprendí eso”, refiere. Foto Prensa Libre: Roberto Villalobos Viato. 

Mujer de buen corazón, sonriente y amable. Su actitud, siempre positiva. Ella es Libertad López Moncrieff de Abril, quien desde hace 22 años hace labor social en el asilo de ancianos Rey y David, que está en la colonia Santa Fe, zona 13 de la capital, el cual es administrado por la Asociación de María Auxiliadora.
López de Abril (Ciudad de Guatemala, 13 de enero de 1946), recolecta víveres entre sus conocidos para darles una mejor calidad de vida a 25 viejecillos que han sido abandonados o que se han quedado sin familia por distintos motivos.
Hay quienes ayudan con dinero o con productos como pasta, pollo, huevos, consomés, pan, azúcar, sal de cebolla o ajo, así como champús, jabón, cloro y papel higiénico. “La colecta la hago cada mes”, refiere. “También he recibido donaciones de ropa y zapatos, hasta una silla de ruedas o un andador”, añade.
En tales actividades tiene la colaboración de su nuera, Katlin Mata, así como de su amiga Laura Figueroa. “En realidad estamos involucradas hasta 15 personas”, aclara.

Iniciativa

“Mis viejitos —así se refiere a ellos— están en el olvido. Además de requerir víveres para su sustento diario, lo que necesitan es un abrazo, que los escuchen, que les pongan atención”, indica. “No hay que ser indiferentes con ellos porque valen oro”, agrega Mata.
López de Abril comenta que muchos de los señores del asilo se sienten solos, pero que ella los consuela diciéndoles, con convicción, que siempre los acompañan Dios y la Virgen María.
“Es necesario que los guatemaltecos se tomen un tiempo para ayudar al prójimo. De verdad, hay más placer en dar que en recibir. Me encanta verlos con una sonrisa; eso no tiene precio”, expresa.
Hoy, sus nietos, contagiados por su actitud de servicio, también se han involucrado en distintas actividades en favor de los necesitados. “Esto hay que inculcárselo a los niños y jóvenes.  No hay que ser egoísta y hay que dar algo a los demás”.

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