La escena vuelve una y otra vez sin que ninguna de las interrogantes obtenga los resultados esperados, porque cualquier tarea queda relegada ante un emocionante videojuego. ¿Qué pasó con ese niño educado y obediente y que hoy es un joven huraño, contestón y negligente?
Los psicólogos Lucrecia Castro de Polasek y Carlos Carrera atribuyen estos problemas a la mala implementación de la disciplina, porque esta se convierte en una batalla troyana, especialmente cuando uno de los cónyuges difiere en el método a utilizar.
Turbulencia
La adolescencia se define como la transformación del infante antes de llegar a la adultez, según el sitio definición.de
Es una etapa turbulenta en la vida de cualquier persona, determinada por cambios físicos, psicológicos y cognitivos, concuerdan Castro de Polasek y Carrera.
“Parte de la explicación es que los jóvenes inician un proceso para separarse de los padres, por lo que tienden a cuestionar las normas y la autoridad”, explica Carrera.
Otra de las razones tiene un origen neuronal. “Diversos estudios han determinado que el lóbulo frontal del cerebro del adolescente no ha terminado de madurar —raciocinio y juicio—, esta sería la causa de tanto ímpetu e imprudencias”, comenta Castro de Polasek.
Para la mayoría de padres, sus hijos aún no saben qué es lo que quieren, pero para Carrera, muchos de ellos lo tienen muy claro, por sencillo que sea, tal como ir a una fiesta o a un concierto. “Les pido a los padres que no asuman que él hijo no sabe qué quiere”.
“Es una etapa en que mientras los progenitores quisieran tener hijos prodigio, para los adolescentes el estudio es el último de sus intereses”, asegura Castro de Polasek.
Escuela de padres
La primera señal de alerta es el reporte del colegio. Castro de Polasek refiere que a su consultorio llegan con casos de indisciplina dos tipos de padres: o muy permisivos o muy estrictos. “Mientras unos ignoran el problema, en el otro extremo están los más rígidos”, afirma.
Esto la obliga a regresar a la pregunta ¿cómo fueron educados los padres? y comenzar por educar, convencer y romper paradigmas con los progenitores.
“Venimos de generaciones en las cuales nos criaron a golpes, por lo que a veces se exceden”.
Carrera sugiera comenzar por preguntar cómo es la relación entre los padres, pues muchas veces encuentra que trasladan a los hijos sus frustraciones y anhelos.
“Los conflictos en casa no son causados por el menor, además, el hecho de ser padre no necesariamente le da la razón siempre”, aclara.
Adolescentes
Hay quienes afirman que los adolescentes de hoy no se parecen a los de antes. Aunque los juegos de la calle se sustituyeron por las computadoras, Carrera piensa que la esencia es la misma. “Están en un proceso donde escogen y definen su identidad”, explica el experto.
En cuanto a la disciplina, desde niños y luego en la adolescencia, los hijos siempre ponen a prueba a los padres para encontrar el límite. “Hay una lucha de poder siempre”, sostiene Carrera.
Una de las principales barreras que encuentran los terapeutas es cuando los padres se contradicen al momento de disciplinar a los hijos.
Para ambos expertos, esto resulta fatal pues el joven aprende con quién pedir los permisos.
“Con frecuencia, la mala de la película es la madre, mientras que el padre juega un rol más permisivo”, asegura Castro de Polasek, lo cual es fatal”.
Eternos adolescentes
La mayoría de problemas de los adultos se deben a que han arrastrado sus frustraciones desde la niñez, en la adolescencia solo se refuerzan o desaparecen.
Quienes no encontraron mayores limitantes en esta etapa de su vida, se convierten en adolescentes crónicos.
“Se observa desde la forma de vestir hasta en el comportamiento”.
* nombre ficticio.
- Establecer normas claras en casa, compartirlas y tratar de que estas sean lo más equitativas posibles entre los hijos.
- Ponerlas a la vista y explicar la razón de su existencia.
- Establecer consecuencias. Lo que se dice se cumple. Esta es la parte más difícil y donde deben mantenerse firmes los padres. Los castigos no deben ser excesivos.
- Premios. Para Carrera se debe gratificar una demostración más allá de lo establecido. Castro de Polasek considera que se puede retribuir el buen comportamiento con objetos sencillos que no sobrepasen los Q20, pero que simbolicen que se ganó y los animen a continuar con una buena conducta.