Los turistas, especialmente de las urbes, son los que buscan cada vez más este tipo de propuestas ecológicas para distenderse, convivir con la familia o con los amigos, e incluso, hasta para proponer matrimonio o renovar el amor.
Acampar con estilo
Henry Lewin trabajó durante ocho años en departamentos de Mercadeo de algunas compañías multinacionales. Viajó por varias ciudades de Europa, África y Estados Unidos hasta que un día, abrumado por las largas y estresantes jornadas, renunció. Volvió al país y aceptó el reto de convertir 17 manzanas de la aldea El Durazno, Villa Canales, en un proyecto autosostenible.
Durante cuatro años se dedicó a cumplir ese objetivo hasta que Green Rush abrió sus puertas en el 2014. Desde entonces 12 mil personas han visitado el lugar, sin que él haya invertido en una sola valla publicitaria.
En este lugar, situado en el kilómetro 24 de la carretera a El Salvador, en el cruce a Villa Canales, pueden observarse 50 especies de aves, dos de ardillas, zorros, comadrejas y una decena de venados que viven entre cipreses.
Además, ofrece paseos a caballo, práctica de rapel, caminatas a la orilla de ríos y una cascada, y la oportunidad de conversar alrededor de una fogata. Quienes lo deseen pueden llevar su tienda de campaña o tienen la opción de gozar de la comodidad del servicio de glamping, que incluye acogedoras tiendas estilo safari con baño privado, agua caliente y desayuno.
Ambas alternativas tienen como denominador común la misma recompensa: contemplar un paisaje con los colosos de Fuego, Pacaya y Agua como fondo y la inigualable vista de la Ciudad de Guatemala.
Muchas parejas no se han resistido al romanticismo del lugar y se han comprometido en matrimonio, cuenta Lewin.
El Sotz
Para quienes gustan acampar en casas rodantes El Sotz cuenta con un parque de remolques con acceso a electricidad, ducha cerrada o al aire libre y sanitarios.
Está ubicado, estratégicamente, pues se encuentra en el kilómetro 491.5 de la carretera que de Guatemala conduce a Flores, Petén, a media hora del Parque Nacional Tikal y a 23 del sitio arqueológico de Yaxhá.
El Sotz ofrece una hermosa vista del lago Petén Itzá.
Una de las opciones para pernoctar es la de “murmullos de la selva”. Se trata de un salón techado rodeado de cedazo que permite descansar al aire libre sin ser víctima de los bichos.
Las opciones de alojamiento son surtidas en este sitio por ejemplo, los de espíritu más inquieto pueden dormir en una hamaca bajo techo o al aire libre. También rentan espacios para acampar, cuenta Flor de Imeri, encargada del hotel.
Bosque y playa
Estero Lagarto es solo el nombre que le quedó a este paradisiaco lugar enclavado en Punta de Manabique, Izabal. Los reptiles a los que hace alusión su nombre son recuerdos, pues en esa zona están extintos.
Este pequeño remanso de paz cuenta con un modesto hotel comunitario de madera y techo de paja.
Quienes se deciden por esta opción tienen un paquete dos en uno: playa de arena blanca y selva.
El lugar es atendido por guías comunitarios que ofrecen recorridos en cayuco por riachuelos a los que llaman creek, explica Sergio Hernández, técnico de vida silvestre del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), institución que asesora a los pobladores en el proyecto turístico.
Se encuentra dentro del área protegida Refugio de Vida Silvestre Punta de Manabique.
“Los visitantes pueden observar delfines, manatíes, tortugas marinas “casquito”, y aves de la especie martín pescador, también escuchar a los saraguates y observar un tipo de palma característico de la región”, comenta Hernández.
El acceso es exclusivo por lancha, y si se sigue uno de los senderos acuáticos se llega a la laguna de Santa Isabel.
En esta comunidad cercana se renta equipo de snorkel para aventurarse a nadar en los arrecifes. La población elabora carbón artesanal del árbol de cahué, por lo que se recomienda observar este proceso, dice Hernández.
Entre árboles
Briana Havey tenía 10 años cuando subió por primera vez a una casa en un árbol. Hoy esta joven madre de dos hijos administra Earth Lodge en la aldea El Hato, Antigua Guatemala, en donde las cabañas están construidas sobre encinos o rodeadas de estos.
Havey conoció a Drew Shamkman, su esposo, en Honduras, él había vivido en Santiago Atitlán, Sololá, y le habló de su deseo de volver.
Sin embargo, uno de sus amigos que después se convirtió en uno de los cuatro socios del proyecto, les propuso construir un hotel ecoturístico en una montaña a mil 900 metros de altura.
“Era un terreno con una vegetación muy densa, y una vista espectacular”, comenta mientras vuelve su mirada hacia el valle dominado por los volcanes de Agua, Pacaya y el amenazante Fuego.
Además de las tres casas construidas sobre los árboles, Earth Lodge cuenta con cabañas y carpas bajo techo equipadas con colchón matrimonial, juegos para niños y servicio de restaurante. Todas las noches la cena es comunitaria, pues los huéspedes se sientan a lo largo de una mesa para compartir sus experiencias. Los domingos hay barbacoa y música en vivo.
El camino hacia la aldea El Hato es empedrado y es mucho más fácil que hace unos años manejar carro o bicicleta hasta la posada.
Hay un parqueo para carros y bicicletas cerca de Earth Lodge. En su sitio web se ofrece el servicio de transporte para quienes van por primera vez.
No es un paseo recomendable si viaja con adultos mayores o personas que tengan limitaciones para movilizarse. Hay que descender aproximadamente 300 metros por escalinatas de tierra para llegar al hostal. Los senderos a las cabañas son de lajas que cuando están mojadas pueden ser resbalosas y suelen ser inclinados.
La mitad de los visitantes que reciben cada fin de semana son nacionales, comenta Havey. Esta tendencia empezó a crecer desde hace dos años.
Fiesta en la jungla
“Es el paraíso para cualquier mochilero”, escribió una pareja chilena en la página web de Zephyr Lodge en Lanquín, Alta Verapaz.
El hostal ofrece camas confortables, baños con agua caliente, por estar situado en medio del bosque algunos de los usuarios observaron que pueden encontrarse, eventualmente, bichos en el alojamiento.
Si se es está dispuesto a la aventura y a la fiesta es probable que disfrute de los recorridos que durante el día se organizan a Champey, del tubing, es decir deslizarse sobre neumáticos en el río y visitar las cuevas de Lanquín.
Posee el encanto de contar con una piscina que tiene una hermosa vista al bosque. La celebración por lo general, se prolonga hasta la madrugada en el bar.
Santuario de silencio
Sin embargo, si lo que busca es abstraerse, meditar y relajarse, en medio de la naturaleza, la opción es el hospedaje Lachuá, es un sencillo recinto que tiene capacidad para albergar a 21 visitantes, al que se llega después de caminar cuatro kilómetros por un sendero selvático.
Situado en la Reserva y Parque Natural Lachuá, es un paraíso en el que no hay electricidad, ni internet, ni siquiera señal de teléfono. Tampoco se cuenta con servicio de restaurante, ni de salvavidas.
El lugar ofrece área para acampar, pero debe llevar su propia tienda. Las compensaciones para cualquier incomodidad son maravillosas: puestas de sol frente a una laguna de aguas cristalinas y tibias, indica Darwin Tzul, delegado del Conap en el área.
La tarifa es de Q50 por persona en el hotel y de Q10, que deben pagarse de manera individual, por el derecho de acampar.
Antes de viajar es importante definir el objetivo: aventura, fiesta, convivencia familiar o encuentro consigo mismo. Después elegir el lugar adecuado, para garantizar que el fin de semana llenará lo esperado.
Más destinos
- Hostal El Portal de Semuc Champey, Alta Verapaz.
- Ecolodge El Sombrero, enYaxhá, Petén.
- Reserva Natural Privada La Ruta de Yalú, en Sumpango, Sacatepéquez.
- Reserva Natural Privada Huleu Che Ha, en la ruta a Yaxhá, Petén.
- Hotel del Parque Municipal Canjulá, San Marcos.
- Estación Biológica Las Guacamayas, Laguna del Tigre, Petén a cargo de la Asociación Balam.
- Cascada de Tatasirire, Jalapa.
- Las Conchas, Alta Verapaz.
Fuente Conap