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Eterno retorno a las raíces, el arte del maestro Benvenuto Chavajay Ixtetelá

Artista tzutuhil sigue labor creativa en su natal Santiago Atitlán, Sololá.

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Murales del artista Benvenuto Chavajay en Santiago Atitlán. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Murales del artista Benvenuto Chavajay en Santiago Atitlán. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

El confinamiento tiene al artista Benvenuto Chavajay de regreso en su Santiago Atitlán natal después de haber estado en tantos lugares del mundo durante dos décadas, en cursos, becas, bienales. “Es la primera vez que estoy aquí por tanto tiempo, pero me ha servido tanto para crear, pensar”. Desarrolla un concepto que llama “Defensa epistémica”, como una búsqueda de identidad ante el bombardeo de ideas del exterior. Un tatuaje en su espalda del deportista mixqueño Doroteo Guamuch, antes llamado Mateo Flores, se convirtió en pieza fundamental para el cambio de nombre del Estadio Nacional, como reivindicación de las raíces mayas. Hoy, Chavajay tiene otro tatuaje y otra nueva causa.

¿Cómo se vive el encierro en Santiago Atitlán?

En los pueblos indígenas y campesinos se sobrevive del trabajo diario, de cosechas y siembras. Aquí la vida sigue, pero el encierro es en el campo abierto.

¿De qué platica la gente de tu pueblo?

La gente, vecinos, amigos, los Chaaq, en las casas, en las calles, en las esquinas, todo el pueblo se sumerge en el silencio en las horas de toque de queda, solo los perros, las piedras, las calles gritan en silencio los olores de los humanos. Las miradas guardan nostalgia y preguntan en qué hemos fallado, en qué nos hemos convertido. Hemos reflexionado el sistema global y sus componentes. Como pueblos originarios no nos sirve, no funciona. Debemos retornar a nuestra ancestralidad, a las prácticas ancestrales, al k’exooj como trueque. Nuestros ancestros no tuvieron la necesidad de dinero para sobrevivir. Es momento de aprender a desaprender y reaprender el futuro sin olvidar el pasado.

¿Así surge la idea de pintar murales en el pueblo?

Surge de la necesidad de reflexionar el silencio y el olvido de los pueblos originarios, traducir sus preocupaciones y sus inquietudes de la vida y de la sobrevivencia ante esta catástrofe: Civilización vrs Naturaleza o Encierro vrs Sobrevivencia. No es decoración sino expresión de libertad.

¿Como se eligió el lugar para pintarlo?

En las anteriores campañas políticas estos espacios fueron manchas por logos de los partidos políticos, en consecuencia, el acto de poner un mural es afirmar que la gente es primero.

¿Piensa crear más?

He pintado dos y he visto tres lugares más. Me han pedido que los haga con un fin turístico y no quiero. A mí no me importan los turistas, yo pinto para mi gente.

¿Qué ha sido lo más difícil del “encierro”?

El silencio, la incertidumbre, la mirada de un pueblo o de la gente al no poder hacer nada, al ver gente desesperada, ventas en las calles con productos que se pudren sin que nadie los compre. Pero tiene algo bueno: compartir con mi madre, 24 años de estar fuera de mi hogar. Eso me trae la dicha de encontrarme con el arte, entendí con el arte. Estos tres meses he aprovechado a recuperar los 24 años de ausencia. Lo sé, ya no es igual, las piedras con que jugué de niño ya no están, los perros ya no me reconocen, siento un desenfoque en la mirada de la gente hacia mí, el árbol ya no es igual, vengo a abrazar la sombra del árbol, a desempolvar el polvo y a activar la memoria a través de la búsqueda de mi ombligo.

¿En qué se diferencia el Benvenuto de ahora y el de hace 10 años?

Hace 10 años era un escultor y pintor. Ahora soy un escultor y un despintador.

¿Cuál es el papel del artista en una situación como la que vive el país?

El artista es un testigo de la realidad posible, es el ente que recupera la nostalgia de la utopía perdida, el artista cree en la libertad y crea con libertad. Habrá un Arte y habrá artistas antes y después de la crisis de la pandemia, indudable, el Arte será más sensible.

El tatuaje de Doroteo Guamuch fue un trabajo de mucho impacto y ahora se ha tatuado la silla de Atanasio Tzul, el líder indígena de Totonicapán…

Este año se conmemoran los 200 años del levantamiento que encabezó Atanasio Tzul y por el cual fue designado rey el 12 de julio de 1820. El proyecto de “La Silla” es una manera de desempolvar la historia y activar la memoria a través de tatuarme la silla de Atanasio Tzul, que actualmente se conserva fuera de Totonicapán. El objetivo es que se traslade la silla al pueblo de San Miguel Totonicapán como objeto patrimonial ancestral. Ya se han hecho reuniones con pobladores de Totonicapán para presentarles el proyecto. La exposición estaba prevista para julio, pero ha quedado en suspenso debido al cierre por la pandemia, sin embargo por redes sociales se ha continuado la difusión del mismo. Se espera poder lograr un cambio histórico similar al cambio de nombre del estadio.