Se vuelve a mencionar el nombre en otra carta, del 27 de julio, en que Alvarado anotó: “…esta ciudad de Guatemala donde fui muy bien recibido”. Era la forma castellanizada de Quauhtemallan, nombre con que los indígenas mexicanos que acompañaron a Alvarado llamaban al territorio cakchiquel, en cuya capital se funda Santiago de los Caballeros. Tan solo en algunas actas del viejo cabildo aparece, a veces, el nombre Guatimala, que después se extendió a toda la provincia.
Cuando en ausencia del Adelantado, su hermano Jorge de Alvarado traslada la capital al valle de Almolonga, aclara que el sitio “es término de la provincia de Guatemala”, pero la designación de más alto nivel, que prácticamente oficializa el nombre, ocurre cuando Carlos V designa a Pedro de Alvarado Gobernador y Capitán General: “…es nuestra merced y voluntad que agora, y de aquí adelante cuando nuestra voluntad fuere, vos el dicho Pedro de Alvarado seais nuestro Gobernador y Capitán General de la dicha tierra y provincia de Guatemala en la ciudad de Guatemala, que se dice agora Santiago”. El territorio de la Capitanía abarcaba desde Chiapas hasta Costa Rica, hasta que el 1º de julio de 1823, las antiguas provincias decidieron cambiar el nombre por el de Provincias Unidas de Centro América, a lo cual seguiría la disgregación en Estados independientes. La República de Guatemala sería proclamada el 21 de marzo de 1847 y su primera constitución, promulgada en 1851.
Voces antiguas
Según antiguas crónicas, a varios de los indígenas Principales de Santiago Atitlán cuando se les preguntó sobre el significado del nombre de Guatemala en 1585 también coincidieron con Iximché. En aquel año el Corregidor Alonso Páez Betancor, acompañado de Fray Pedro de Arboleda y del escribano Francisco de Villacastín, recababa datos, cumpliendo órdenes superiores, para la relación geográfica de Santiago Atitlán. Ellos respondían que “los viejos ancianos y señores de este pueblo siempre entendieron que el nombre y apellido de la ciudad de Santiago, que ahora está poblada de españoles, en su lengua materna de los naturales de esta tierra se llama Cakchequil, que, en lengua náhuatl quiere decir Cuauhtemala”.
Había una explicación lógica para dicho nombre. Los ancianos recordaban que hubo un tiempo en que había cuatro cabeceras de este reino: Tecpán Quauhtemala, Uhtlatlán, Tecuizitlán y Atitlán, cuyos señores se reunían a nombrar capitanes para dirigir el ejército contra sus rivales. “Uno de los capitanes se llamaba quauhtli, que en lengua castellana se dice águila. Y por esta causa se llamó desde entonces la cabecera desta tierra Cuauhtemala, .(porque generalmente su capitán usaba)… esta insignia del águila”
En resumen, los Principales de Santiago Atitlán confirmaron el hecho de que durante los primeros años de la dominación castellana, Guatemala y cakchiquel significaban prácticamente lo mismo para españoles e indígenas.
La traducción, según textos como el Popol Vuh y el Memorial de Sololá, es árbol rojo o árbol de fuego, siendo esta última la más aceptada porque “una tribu que hurtó el fuego entre el humo. Y fueron los de la casa de Zotzil… No pidieron el fuego los Cakchiqueles porque no quisieron entregarse como vencidos, de la manera como fueron vencidos las demás tribus”.
Variantes fonéticas
A lo largo de décadas han surgido expresiones que aluden a la terminación “mala” y la convierten en adjetivo, como en la frase “Pasó de Guatemala a Guatepeor”, lo cual no pasa de ser un uso sarcástico. En ocasiones, por razones afectivas se utilizan los términos Guatebuena o Guatelinda, con una connotación optimista. “Guatemaya” es otra variante cuya fonética alude precisamente a la cultura prehispánica. En 2006 surgió un movimiento ciudadano bajo el nombre Guateámala, conceptualizado con la raíz Guate y el verbo “amar”. No obstante, para Miguel F. Torres, miembro de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala, no pasa de ser un uso hábil y muy bien intencionado. “Los nuevos nombres propuestos para evitar la terminación ‘mala’, no son históricamente válidos para cambiar oficialmente el nombre del país”, señala.
Fuentes: Historia General de Guatemala e historiadores Miguel Álvarez Arévalo, Miguel F. Torres, Roberto Mayorga y Fernando Urquizú.