Desde hace 35 años, King Lucero visita ese lugar para inspirarse. Ahí ha escrito mucha de su obra literaria, la cual incluye poesía y prosa, así como teatro e himnos para algunas instituciones educativas. “Tengo un poco de todo”, refiere.
El escritor nació el 17 de noviembre de 1950 en la cabecera de Jalapa. “Allá dejé el ombligo, pero soy antigüeño”, dice con firmeza. “Aquí vivo desde los 5 años”.
Su obra literaria empezó desde muy joven. “Le escribía cosas románticas a las patojas en mi época de estudiante”, recuerda.
Luego, en Antigua, conoció al poeta Enrique Estrada Sandoval (q. e. p. d.), quien lo motivó a escribir para los concursos organizados a nivel nacional.
Empezó con cuentos infantiles. El primero fue El mundo de Tomasito, con el cual ganó un certamen literario de Teculután, Zacapa.
También tiene Barquito de papel, el cual compila 15 cuentos infantiles de su autoría.
Luego incursionó en la novela. Algunos de sus títulos son El secuestro de un ángel y María José. Esta última trata sobre los problemas con los que se encuentran los jóvenes cuando se involucran en las drogas y de lo difícil que puede ser salir de esa adicción.
Otro de sus intereses es la poesía. “Le escribo a la naturaleza”, expresa. De esa cuenta, publicó un poemario dedicado a Antigua Guatemala, aunque, claro, también ha escrito piezas para otras partes del país.
Su reciente poema, de título Cara o escudo, sin embargo, habla sobre los problemas que afronta la sociedad guatemalteca, entre ellos la inseguridad, la pobreza, el desempleo, la falta de acceso a la educación y salud y la pérdida gradual de los valores morales. Un fragmento de este es:
Se me antoja reclamar por la inseguridad / manifiesta que se vive en cada esquina o / plazuela, al subir a la camioneta para ir / al trabajo o llevar a los niños / a la escuela, / o al regresar a la casa, nuestro nido / familiar esperando encontrarla / sin que un malnacido haya violentado / las puertas y candados / para entrar a saquearla / sin ninguna pena.
Gusto por las letras
La obra de King Lucero se caracteriza por su lenguaje simple, sincero y espontáneo. “Escribo para ser comprendido”, indica, a la vez que advierte: “Esto de las letras no es para todos; hay que encontrarle el gusto, además de darle bastante tiempo y estar dispuesto a gastar mucha pluma”.
Esa paciencia le ha valido ser reconocido en varias partes del país. Este año, la Casa de la Cultura de La Democracia, Escuintla, le dedicará sus Juegos Florales, a efectuarse en diciembre. “Esa es una de mis grandes satisfacciones”, refiere.