Revista D

Prehistoria guatemalteca

Seres colosales en la Era del Hielo recorrieron el Istmo hasta desaparecer, hace unos 10 mil años. 

Ilustración Esteban Arreola

Ilustración Esteban Arreola

De manera muy similar como los grandes documentales científicos reproducen la vida en el planeta hace unos 20 mil años, el territorio que hoy ocupa Guatemala también fue escenario de las zancadas de gigantescas criaturas que habitaron el globo, durante el periodo Pleistoceno —entre los 1.8 millones de años a los 10 mil años—.

En estas tierras, entonces de frías montañas y llanuras, deambularon por ejemplo, grandes mamuts lanudos, que medían tres metros de altura y pesaban hasta ocho toneladas. También lo hicieron los mastodontes, de cinco metros de longitud y cuatro de altura, que con sus pesadas patas se desplazaban para alimentarse de ramas y arbustos, sus principales alimentos. Otras veces, cortezas de árboles, si la hierba era escasa.

Como evidencia de esta etapa, los paleontólogos han clasificado 24 sitios en los departamentos de Quetzaltenango, Quiché, Huehuetenango Izabal, Alta y Baja Verapaz, El Progreso, Guatemala, Zacapa, Chiquimula, Jutiapa, Santa Rosa y Petén, donde se han encontrado decenas de fósiles de estos ejemplares que se extinguieron hace unos 5 mil o 10 mil años.

En Guatemala, el fechamiento más antiguo de un mamífero vertebrado corresponde a un antecesor de los elefantes, un Proboscideo del periodo Mioceno tardío —entre 23 y 12 millones de años—: puntualmente un Rhynchotherium blicki, reportado por el ingeniero Byron Mota en el río Carboneras, Izabal, indica la paleontóloga guatemalteca Lorena Dávila.

Se hallaron incisivos tanto superiores como inferiores. “No pasó a la siguiente era con los incisivos en la mandíbula inferior”, refiere.

Otros gigantes

De acuerdo con los vestigios que se han encontrado, en el país también habitaron los gliptodontes (armadillos gigantes) de hasta 2.5 metros de largo, que tenían una enorme caparazón ósea, cual coraza, y los megaterios (perezosos), que alcanzaron hasta siete metros de largo.

La escasa alimentación pudo ser motivo de épicas batallas entre los megaterios y los furiosos leones americanos (Phantera leo atrox) y en algunos casos, con los primeros cazadores.

Otros habitantes, quizás más pacíficos, fueron los primitivos caballos (equus), los toxodontes, (entre rinocerontes y cerdos) de pesado trote; y los capibaras o carpinchos, del tamaño de un perro, parientes de la familia de los roedores.

Durante el Pleistoceno, especies como los Proboscidios, migraron hasta Centroamérica debido a la glaciación del Norte. Otras como el megaterio, se movieron en el sentido contrario, o sea de América del Sur hacia al centro.

La documentación sobre la vida durante esta etapa en Guatemala es escasa, casi nula. Las primeras investigaciones paleontológicas las llevó a cabo el estadounidense Barnum Brown en 1940, cuando encontró los restos de un Megaterio en las márgenes del río La Pasión, Petén.

En la década de 1970, el paleontólogo Bryan Patterson y el ingeniero Roberto Woolfolk Saravia comenzaron las excavaciones en el municipio de Estanzuela, Zacapa. Sus hallazgos se resguardan en el mayor museo de este tipo en el país, el cual conserva dos grandes esqueletos: un Gonfoterio (mastodonte) y un Megaterio (perezoso) encontrado en la zona 6 de Guatemala.

En Chivacabé, a 11 kilómetros de Huehuetenango, el señor Octavio Alvarado halló accidentalmente en sus terrenos, en 1976, huesos de este tipo de criaturas.

Durante las excavaciones se encontraron la defensa y el molar de un proboscidio, así como fósiles de un perezoso gigante, venados, caballos y armadillos, según informe, de 1992, del investigador Sergio Ericastilla, hallazgos que continuaron los biólogos Enio Cano y Jack Schuster, en una expedición de la Universidad del Valle en 1993. Este sitio es conocido como el Museo del Mamut.

Huyen del hielo

Pero ¿cómo llegaron estas criaturas a estas tierras? Los expertos, teorizan que, alrededor de 80 mil años atrás, durante el Pleistoceno, América del Norte estuvo cubierta por inmensas capas de hielo, lo cual se conoce como la Glaciación de Wisconsin, más popularmente como la Edad de Hielo.

Se calcula que en ese entonces, hasta el 32 por ciento de la tierra estuvo cubierta por hielo. Hoy es menos del 10 por ciento.

En esa era, los grandes mamíferos así como fauna diversa: osos, tigres, venados; descendieron hacia el sur en busca de temperaturas más templadas. Fue así como llegaron a estas tierras.

El clima era más gélido, las precipitaciones eran menos copiosas en diversas regiones y más abundantes en otras; las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera eran más débiles, lo cual limitaba el desarrollo de la vegetación, según un informe del arqueólogo francés Sébastien Perrot-Minnot para el Museo de Arqueología y Etnología de Guatemala.

Paisaje árido

Los biólogos Schuster y Samuel Bonis en el documento Biodiversidad de Guatemala en relación con su historia geológica y biogeografía para el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap), trataron de reconstruir cómo pudo ser el paisaje del país en el periodo entre los 72 mil y 11 mil años.

De acuerdo con el informe, el efecto de las glaciaciones fue distinto en diferentes partes de Guatemala. Sugiere que fueron zonas de grandes sabanas húmedas y frías en la región de Petén, que dieron paso a un bosque pluvial tropical el cual data entre los 11 y 10 mil años atrás.

En la región de Chivacabé, Huehuetenango, se propone que fue una zona árida con praderas y chaparrales espinosos que favoreció la vida de armadillos gigantes, caballos y perezosos.

Perrot Minnot, quien ha llevado a cabo estudios en el país, anota que las temperaturas eran inferiores a los 5 y 7 grados centígrados y las cumbres de los volcanes más altos estaban cubiertas de nieve. El mar se encontraba quizá a decenas o cientos de kilómetros más lejos que ahora.

Las explosiones volcánicas y erupciones también fueron importantes. Una de estas corresponde a la explosión de una caldera que formó el Lago de Atitlán hace 84 mil años, refiere el estudio de Schuster y Bonis.

Organismos marinos

El istmo centroamericano, de acuerdo con algunas teorías, fue el último gran trozo de tierra americana en emerger de las aguas, alrededor de 52 millones de años atrás, luego del acomodamiento de las distintas placas tectónicas de Norte y Sudamérica. Esto sucedió en los inicios de la era Cenozoica.

La región quedó totalmente formada hace 3 millones de años, de acuerdo con el mapa presentado en el Museo de Paleontología y Arqueología Roberto Woolfolk Saravia, en Estanzuela, Zacapa.

Esto provocó cambios en la biodiversidad, al separar la fauna del Pacífico de la del Caribe, lo que dio como resultado especies distintas en cada océano, además de permitir la migración de especies terrestres en ambas direcciones en las Américas, de acuerdo con el estudio de Schuster y Bonis.

La paleontóloga Dávila indica que las primeras muestras de organismos vivos fueron especies marinas, las cuales corresponden hacia el final del período Cretácico (65 millones de años). Estos eran briozoarios, braqueópodos y moluscos cuyos restos se han hallado en varias zonas que incluyen las cumbres de la Sierra de los Cuchumatantes, Sierra de las Minas; Sayaxché, Petén e Izabal.

¿Por qué desaparecieron?

Existen varias teorías sobre la desaparición de esta megafauna, alrededor de 10 mil años atrás. Entre las más válidas están el cambio climático, al cual estas especies no pudieron adaptarse, por las altas temperaturas. También se afirma que se debió a la cacería de los primeros grupos humanos, teoría que no ha sido comprobada en la región centroamericana.

Dávila considera que una de las causas fueron los grandes tamaños, por lo cual surgió la competencia de espacio. Expone que hasta el momento en Centroamérica no se ha encontrado evidencia de interrelación entre esta megafauna y los primeros humanos. Sin embargo, en Chiapas y Yucatán, México sí hubo hallazgos.

El análisis de los investigadores Christopher Sandom, Soren Faurby, Jens-Christian Svenning y Brody Sandel, de la Universidad de Aarhus en Dinamarca, concluyó que la extinción de los grandes mamíferos en el mundo se debió a la sobrecaza, según el sitio ciencia.com

Poca exploración

Dávila explica que los hallazgos reportados en la mayoría del país, no comprenden algunos departamentos ubicados en la Costa Sur, debido a que los vestigios se borraron por tratarse de una zona volcánica.

Explica que los restos fósiles solo pueden hallarse en rocas de origen sedimentario.

La académica está consciente de que la Paleontología es una ciencia con pocos estudiosos en el país, pero que avanza. “Permite comprender la evolución de las especies y su distribución en la tierra”.

Primeros americanos

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