Para esta velada Clayderman está preparando un repertorio que incluye todas las propuestas de Romantique, el disco que publicó el año pasado para celebrar su 60 aniversario de vida y 35 de carrera profesional. Este material es una recopilación de las bandas sonoras de los musicales clásicos como West Side Story o Les Misérables, y de películas —La lista de Schindler —, de grandes óperas —Nessun’ Dorma o Moi Babbino caro, —, sin olvidar la versión de la Ballade pour Adeline, tema al que le debe mucho de su fulgurante trayectoria.
Philippe Pagès, su nombre verdadero, adoptó el apellido de su bisabuela —Klayderman—, para evitar la mala pronunciación de su nombre fuera de Francia. Nació en 1953.
Cuenta que a los 6 años su abuelo le regaló un piano, el cual se convirtió en su medio de expresión. Su padre, un profesor de música, lo fue guiando en este arte. A los 12 años fue aceptado en el Conservatorio de París, pero a los 16 tuvo que abandonar su instrucción en música clásica para trabajar y ayudar a mantener a la familia, debido a la mala salud de su padre. Fue así como empezó a ganarse la vida frente a un escritorio por las mañanas, en un banco, y delante de un piano, como acompañante y músico de estudio, por las noches.
“Nunca pensé que algún día viajaría por el mundo haciendo lo que más amo: tocar. Aunque de niño soñaba con ser estrella de rock”, comenta vía telefónica desde su casa en Versalles.
Fue en 1976, un poco por azar, cuando Ballade pour Adeline se convirtió en su plataforma para el éxito. “Tuve una audición para Olivier Toussaint y Paul de Senneville, quienes trabajaban con la compañía disquera Delphine, y elegí interpretar esta melodía y gustó mucho. Ella es la responsable de mi historia profesional”, afirma.
Desde aquella vez, Ballade pour Adeline ha sido interpretada por Clayderman unas ocho mil veces, un número mucho mayor de los conciertos que ha ofrecido alrededor del mundo —dos mil; de estos, 850 en Japón), pero mucho menos de los discos que ha vendido —80 millones—.
En el planeta Clayderman, aunque no cuenta con ninguna composición propia, es reconocido como el creador del new romantic —nuevo romanticismo—, y aunque algunos críticos lo han llamado, entre otras cosas, “Mozart de supermercado”, para sus fanes es uno de los mejores ejecutantes del piano.
“Para componer una melodía se necesita mucho talento, yo solo soy un modesto intérprete que ha tenido la dicha de rodearse de un equipo realmente talentoso desde hace 35 años”, expresa, con esa franqueza que siempre lo ha caracterizado.
En cuanto a la fama, dice no saber de ella. “No vivo en una casa extraordinaria, mi esposa es una mujer sencilla, me gusta hacer compras y sacar a pasear al perro. Tengo un ritmo de vida completamente normal”, refiere.
¿Y qué música prefiere hoy Richard Clayderman? “Me gusta el jazz fusión, aunque no sea un intérprete de este género. Curiosamente escucho mucho a guitarristas como Pat Metheney y Larry Carlton. Aunque también me encantan pianistas como Herbie Hancock y Chic Corea, y cantantes como Paul McCartney”, expone.
De la música guatemalteca confiesa que ha escuchado muy poco, pero que no le son ajenos los sonidos tradicionales del país. “La música de Centroamérica es particular e interesante”, comparte.
De sus pianos prefiere los acústicos, pero cada vez más le tiene confianza a los electrónicos. “Son muy útiles porque los sonidos son similares a los acústicos y me ofrecen la ventaja de practicar de día o de noche sin molestar a los demás, porque se ajusta el volumen”, dice.
“Cuanto más avanzo, más deseos tengo de seguir. Los países que visito son extraordinarios. Me alegra, por ejemplo, regresar a Guatemala. Sigo teniendo la mentalidad de un joven. Lo único que temo es perder la salud, porque los viajes son agotadores”, contesta cuando se le pregunta si no ha pensado en retirarse.
El fenómeno Richard Clayderman es el resultado de un excepcional trabajo en equipo entre un empresario —Olivier Toussaint—, un compositor —Paul de Senneville— y un intérprete —Philippe Pagès—. Sin uno de estos elementos, el éxito mundial muy probablemente no se habría producido.
Boletos: Platea central Q790, Platea lateral Q690, Balcón 1 Q490 y Balcón 2 Q290.