De esa cuenta, en la escena del nacimiento del Niño Jesús, junto a la Virgen María y José, no faltan los Reyes Magos, la estrella de Belén o el buey y la mula. Son los puntos de partida de una historia rica en interpretaciones y tradiciones del acontecimiento que marcan un antes y después en el calendario gregoriano.
Con el paso del tiempo, el propósito de esta celebración se ha desvanecido con el mercantilismo. “La Navidad cristianizó una fiesta pagana. Ahora el cristianismo ha paganizado esta fiesta. La figura de Jesús se pierde en este jolgorio de regalos, comidas y bebidas”, asegura el sacerdote Rodolfo Mendoza, vicario general del Arzobispado de Guatemala.
Resalta que el gran mensaje es que la alegría de Navidad no es el dinero, ni los regalos ni las personas. Esta tiene un nombre que es Jesús. Dios que se hace hombre y habita entre nosotros.
Fuentes bíblicas
En el Nuevo Testamento solo dos de los cuatro evangelistas mencionan el pasaje del nacimiento de Jesús. San Mateo, quien hizo un enlace entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento partiendo de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham, finalizando con José, explica el teólogo evangélico Samuel Berberián.
El evangelio de San Lucas es el más extenso y descriptivo respecto al nacimiento de Jesús. En el prólogo transmitió —que lo que escribiría no sería una fábula sino lo que él había investigado de testigos— refiere el sacerdote Rodolfo Mendoza.
Ni el 25 ni en diciembre
El hecho de que se conmemore en el último mes del año se debe a una adaptación. “Tiene sus orígenes en las fiestas saturnales relacionadas al nacimiento del Sol. Fue una incorporación de la Iglesia Católica a una celebración romana”, explica Rodas. Esta se llevaba a cabo del 17 al 23 de diciembre, tiempo en el cual se daba por terminado el período más oscuro del año y daba inicio el nuevo período de luz o nacimiento del Sol —Invictus—, el 25 de diciembre, solsticio de invierno.
María y José
La figura de la Virgen María en la Navidad representa en esencia el misterio de la encarnación divina por el Espíritu Santo.
Se describe a María como una joven judía de aproximadamente 14 años. Sin embargo, hay pocos documentos de su extraordinaria vida.
“La mayor parte de su historia desapareció. ¿Cómo puede haber tan poco sobre ella en el Nuevo Testamento y tanto sobre ella en la Iglesia?, se cuestiona la profesora en Nuevo Testamento Beverly R. Gaventa, de la Universidad de Princeton, en el documental La verdadera historia de María de Nazaret. Parte de las respuestas intentan darlas a partir del Evangelio de Santiago, no admitido por la Iglesia.
Para el sacerdote Mendoza, la Virgen María representa la fe a toda prueba, incluso superior a la de Abraham, como lo diera a conocer el papa Juan Pablo II.
José, padre terrenal del Mesías, simboliza para la Iglesia a un varón santo y justo.
Juega un papel relevante en un hecho histórico como el traslado de Nazaret a Belén con su esposa María embarazada, para cumplir con un censo por orden del emperador Augusto. También en la huida a Egipto por la persecución del rey Herodes.
Se le menciona poco, comenta el sacerdote Mendoza, especialmente en los pasajes de la Anunciación y el Nacimiento y parte de la infancia del Niño Jesús. Se sabe que era carpintero, pero desaparece de la vida de su hijo después del último relato de la presentación en el Templo.
Los Magos
San Mateo es el único evangelista que describe el pasaje de los magos de Oriente. Berberián enfatiza que tal descripción es breve. “No hay una documentación clara que hable del número, rango, perfil racial o nombres. Eran magos porque observaban los astros. Quizá una de las interpretaciones de que fueron tres se deba al número de ofrendas: incienso, oro y mirra, que sí se mencionan en la Biblia”, comenta.
Rodas explica que estos visitantes representan los honores que los hombres del mundo le rinden al Mesías: Un rey negro que procede de África, un blanco de Europa y un anciano de China”.
“Podrían haber sido tres o más. Lo que simbolizan es el número de continentes conocidos hasta aquel momento”, añade. Otra versión posterior es la relación de los magos con las tres edades de la vida del hombre: la juventud, la edad madura y la vejez.
El papa Benedicto XVI en el documento La infancia de Jesús (2012), sintetiza la idea de este relato. “Los sabios de Oriente son un inicio, representan a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que recorre toda la historia… representan el anhelo interior del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana al encuentro de Cristo.”
La estrella
¿Hubo una estrella de Belén? ¿De qué tipo era? Estas son algunas de las preguntas que intenta responder Benedicto XVI en su obra La infancia de Jesús.
Para algunos exégetas —expertos bíblicos—, este es un relato teológico que no debiera mezclarse con la astronomía. Pero el autor opta por no dejar de lado la ciencia, como la teoría de la supernova.
“Johannes Kepler (+1630) adelantó una solución que sustancialmente proponen también los astrónomos de hoy. Kepler calculó que entre el año 7 y el 6 a. C. —que, como se ha dicho, se considera hoy el año verosímil del nacimiento de Jesús— hubo una conjunción de los planetas Júpiter, Saturno y Marte, anota Benedicto XVI como parte de La infancia de Jesús.
Los Pastores
Los primeros visitantes con el nacimiento del Niño Jesús fueron los pastores. Recibieron la noticia por un ángel mientras cuidaban sus rebaños, (Lucas 2,8).
De acuerdo con Berberián, este detalle evidencia que el Mesías nació en una época calurosa y no en diciembre como se acostumbra a celebrar.
“Cuando hace calor se pernocta al aire libre y se tiene a los animales afuera. Si hubiera sido durante el invierno hubieran estado en unas cuevas”, comenta el teólogo, aunque hasta el momento no se conoce una fecha precisa.
“Los pastores representan a la humanidad”, sostiene Rodas. En un sentido más amplio, considera que el concepto del nacimiento es una reproducción del mundo.
Benedicto XVI profundiza en el significado de este hecho. “El profeta Miqueas mira hacia un futuro lejano y anuncia que de Belén había de salir el que un día apacentaría al pueblo de Israel (cf. Miqueas 5,1-3; Mateo 2,6). Jesús nace entre los pastores. Él es el gran Pastor de los hombres”.
Considera que a partir de este hecho, los pastores cantaron de alegría, lo que hasta el día de hoy se traduce en los villancicos de Noche Buena.
El buey y la mula
La iconografía cristiana incluye al buey y a la mula en las escenas del nacimiento, aunque no son parte de las menciones de los evangelistas.
La primera explicación, refiere el vicario de Cristo, se debe a San Agustín bajo la lógica de que Jesús nació en un pesebre donde los animales comen.
“En el evangelio no se habla de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna, remitiéndose a Isaías 1,3: —El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende—.
Para el historiador Rodas, la presencia del buey guarda relación desde las fiestas saturnales romanas, donde Dionisios ofrendaba la sangre de un buey al dios Sol. Otras fuentes refieren su origen a evangelios apócrifos que fueron seguidos por los primeros cristianos. El asno ha guardado distintas simbologías según distintas culturas. También es un animal fruto del sincretismo romano-cristiano, según el sitio soriaymas.com
Herodes El Grande
También conocido como Herodes I (Ascalón, 73 a. C. – Jerusalén, 4 a. C.) fue rey de Judea, Galilea, Samaria e Idumea desde el 40 a. C. hasta su muerte, como rey de Palestina, que entonces era parte del imperio romano.
“Por su capacidad militar de sofocar rebeliones y disturbios antiimperialistas, Herodes El Grande fue premiado por el Imperio Romano con la administración de las cinco provincias judías”, describe el blog Compendio Bíblico.
De acuerdo al documento de Benedicto XVI, hay un problema de fechas, puesto que el censo tiene lugar en los tiempos del rey Herodes El Grande que, sin embargo, ya había muerto en el año 4 a. C.
“De Herodes se reconocen sus actos de brutalidad dentro y fuera de su familia. Fue el que mandó a matar a todos los niños menores de dos años de edad, en Belén de Judea (Mateo 2,16)”, cita Compendio bíblico.
A su muerte, las cinco provincias que gobernaba fueron divididas en seis y repartidas entre sus tres hijos.