Revista D

Una vida más allá del TSE

Abogado especialista en Derecho Electoral, locutor, bombero,escritor y fanático de los crucigramas. 

Mario Guerra Roldán está por cumplir 87 años. En estos meses, asegura, publicará su nuevo libro: Memorias de un magistrado, en el cual se sumerge en anécdotas que vivió durante los 19 años que trabajó en el Tribunal Supremo Electoral (TSE).

Este abogado, que probablemente es uno de los profesionales que más conoce de Derecho Electoral, es un fanático de los crucigramas “como cualquier jubilado”, dice entre risas.

En sus años mozos fue un avezado locutor que entrevistó, entre otros, a Mario Moreno Cantinflas. También fue un inquieto bombero municipal que llegó a ejercer el cargo de Segundo Comandante.

En su adolescencia jugaba “barra” con Manuel Colom Argueta, en el callejón Variedades, ubicado en la 12 calle A entre 17 y 18 avenidas de la zona 1 de la capital.

Fue asesor legal de cinco alcaldes, pero su vida dio un giro radical cuando llegó al bufete del abogado René Búcaro, quien lo llevó al TSE.

Guerra Roldán lleva 61 años casado con Ivonne Chaves, con quien procreó dos hijas y dos hijos; tiene siete nietos, y con orgullo cuenta que uno de ellos decidió seguir sus pasos en la abogacía.


¿A qué se dedicó antes de graduarse de la universidad?

Estudié bachillerato en el Instituto Central para Varones, cuando estaba militarizado (1944), y con los movimientos populares que se registraron, logramos desmilitalizarlo. Yo cursaba el último año de dicha carrera. Cuando ingresé a la Universidad de San Carlos, simultáneamente, empecé a trabajar en una radio.

¿En cuál radio trabajó?

En La voz de la libertad, que operaba en la terraza del Palacio Nacional. Me gustaba mucho esta profesión y logré el puesto por oposición. Vivía enamorado de la radio XEW, de México.

¿La del programa del doctor I.Q. de los concursos?

¡Sí!, el doctor IQ tenía sus ayudantes que decían ¡Arriba a mi derecha doctor! (risas).

¿Cuánto tiempo trabajó en la radio?

Poco. Me llamaron para ser locutor de la TGW, pero decliné porque me surgió la oportunidad de estar en las Salas de Trabajo de los Tribunales de Justicia, que recién habían sido inauguradas. Era todavía estudiante.

Años después estuve en radio Morse, que desapareció. Con el patrocinio de gente que tenía medios económicos, fundaron la TGCQ y me llamaron nuevamente.

¿Tenía alguna franja especial? ¿Grabó anuncios?

Una vez me pusieron frente a una muchacha para decirle algo romántico y me corté. No pude grabar el comercial. ¡No podía ni hablar!

¿Su esposa supo de esa anécdota?

(Risas) Éramos aún novios y ella estaba en El Salvador. Le enviaba mensajes a través de la radio. Ponía una canción y ella sabía que era una dedicatoria. Dejé la radio cuando me casé, han pasado 61 años desde entonces.

En esa época ya se había graduado de la universidad. ¿Compartía las dos profesiones?

Aún no, continuaba trabajando en la Sala de Trabajo y, aunque estuve poco tiempo, también me designaron como director de la radio. Debido al exceso de trabajo, le pedí a un amigo que me ayudara con los pendientes judiciales y le pagaba con parte de mi sueldo. ¿Sabe quién era? Miguel Ángel Solís Rojas, quien luego fue director del Registro de Ciudadanos del TSE. Él había arribado de El Salvador, donde iba a ser ordenado sacerdote.

¿El licenciado Solís Rojas estuvo a punto de ser sacerdote?

¡Sí! (risas). ¡Habla el latín muy bien! Cuando trabajé en la Municipalidad, él ya se había graduado y le ofrecí el cargo de asesor en la comuna. Cuando me fui al TSE estaba vacante la plaza de director de organizaciones políticas, me acordé de él y me lo llevé. Miguel Ángel estaba trabajando en el Ministerio Público.

Volvamos a esos años de abogado y locutor.

Cuando me casé dejé la radio. Seguí en la Sala de Trabajo hasta que me removieron cuando vino el Gobierno de la Liberación (1954).

Asesor y jefe legal de los alcaldes Julio Oviols, Francisco Montenegro Sierra y Julio Maza Castellanos.
Secretario municipal de los alcaldes Ramiro Ponce Monroy y Manuel Colom Argueta.
Primer director del Registro de Ciudadanos (1983).
Magistrado del Tribunal Supremo Electoral (1989-2002).
Catedrático de Derecho Electoral en la maestría de Derecho Constitucional de la Universidad de San Carlos (2004).
Consultor de temas electorales, en la Procuraduría de Derechos Humanos (2007).

¿Cómo fue ejercer la profesión en los años de la Liberación?

Me quedé desempleado, recién casado. Me ofrecieron cátedras en la Academia Práctica Comercial, luego llegué a la asesoría jurídica de la municipalidad, durante la administración del alcalde Julio Oviols. Todavía era estudiante, estando ahí me gradué. Al principio el alcalde no me tenía mucha confianza, pero después me la tuvo plena. Fue un buen alcalde, amante de la autonomía municipal.

En ese cargo le gané un amparo al presidente Miguel Ydígoras Fuentes.

Cuando terminó el período del ingeniero Oviols, llegó el doctor Luis Galich, a todos los empleados de Oviols nos destituyeron, pero por coincidencia nombraron como secretario municipal a Francisco Montenegro Sierra me conocía, por lo que me designó como su abogado. Cuando Paco, posteriormente, lanzó su candidatura para la alcaldía, elaboré el acta de constitución de su comité, y para sorpresa de todos, ganó las elecciones. Fue cuando me nombró jefe del departamento legal.

Después ganó Ramiro Ponce Monroy, quien era el subjefe, y yo el jefe del departamento de asesoría jurídica. “Nuestra amistad sigue conservándose”, me dijo. Días después, llamó y me anunció: “Vas a ser el secretario”. En ese tiempo el secretario municipal equivalía a ser vicealcalde. Tras su período llegó Manuel Colom Argueta; yo había decidido lanzarme como candidato, un error, una estupidez.

¿Escribió un libro acerca de su vida en esos años?

Fueron dos mil ejemplares de un libro que se editó en el 2007. Fue el más vendido por Artemis Edinter ese año. En realidad hablaba de la vida de la ciudad de 1930 a 1950; de las calles con sus antiguas nomenclaturas, cines, artistas de moda, deportistas y anécdotas de la Huelga de Dolores.

¿Cómo comenzó su carrera en el Derecho Electoral?

Después de que dejé la Municipalidad, trabajé con el abogado Gonzalo Rosales Bustamante. En 1983, René Búcaro, uno de los profesionales del bufete, fue electo magistrado del TSE y me preguntó si quería ser director del Registro de Ciudadanos y acepté. Me tocó organizar ese Registro. No había ni siquiera padrón electoral y había que preparar las elecciones a diputados de la Asamblea Constituyente. Dirigí el Registro durante seis años. En 1989, me designaron magistrado.

¿Cuál ha sido su momento más difícil?

Cuando sucedió el Serranazo tuvimos que imponer nuestra autoridad y rechazar a Jorge Serrano. A mi juicio, la actitud del TSE fue la que promovió la caída de este expresidente, no la de la Corte de Constitucionalidad. Él buscó nuestro apoyo y le dijimos que se dirigiera por escrito al TSE y le contestamos que no lo reconocíamos como presidente, porque había violado la Constitución con el autogolpe.

Él participaba en una recepción en la Casa Presidencial celebrando los hechos cuando llegaron los mensajeros que le enviamos desde la casa de Hugo Maúl, donde redactamos la nota. Fueron recibidos en el callejón Manchén. Dicen que cuando le entregaron la carta se desplomó y suspendió la recepción.

El otro fue durante el apagón que ocurrió en pleno conteo de votos durante las elecciones donde resultó electo Álvaro Arzú. Nunca creí el cuento que una rama había caído sobre un cable y eso había provocado el apagón.

Esta ha sido mi vida. He sido muy feliz, no tengo de que quejarme.

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