Mariano González Barrios (1973), psicólogo social especializado en violencia política, enfatiza que una de las principales causas responde a razones estructurales como las desigualdades sociales, las cuales generan frustración e ira.
Revertir la violencia, depende de políticas a mediano y largo plazo que proporcionen mayores oportunidades para los jóvenes. Por otro lado, es importante fortalecer las instituciones para acabar con la impunidad, producto de la violencia aprendida, así como prevenir educando con amor y respeto.
¿Los humanos somos violentos en parte, por razones genéticas o responde en su mayoría a patrones culturales y sociales?
Se puede considerar que es una combinación de ambos. Ignacio Martín-Baró, jesuita y psicólogo social (1942-1989), afirmaba que los seres humanos tenemos cierta apertura hacia la violencia, pero indudablemente esta es ya una relación que implica necesariamente un contexto social y cultural.
Uno de los ejemplos más claros es la tasa de homicidios. En Chile es de 2 por cada 100 mil habitantes, mientra que en Guatemala es más o menos de 34 por cada 100 mil. Aun así, uno puede ver que hay lugares en el país que son relativamente pacíficos. Totonicapán, por ejemplo, es un departamento con muy pocos homicidios frente a la capital o Escuintla.
El mapa de violencia nacional ha mostrado que los departamentos con mayoría indígena tienen menos índices homicidas frente a los de Guatemala, Petén o algunos de Oriente.
Es fuerte. Ahí se observa que no es una cuestión genética. Mi postura es que los componentes sociales de la violencia son mucho más fuertes que los puramente biológicos. Lo biológico es la base, dadas nuestras características fisiológicas, pero esto se actualiza a partir de contextos sociales, de significados, de relaciones. Por eso se observan tantas diferencias.
El desarrollo económico de un país, la cultura e incluso el clima, son variables válidas para abordar esta temática.
Hay una relación entre desarrollo y los bajos índices de violencia. Se observa en los países nórdicos como también en otros contextos culturales. De nuevo menciono Chile; son poblaciones con componentes étnicos distintos.
¿Qué factores sociales son determinantes en la generación de violencia?
En Guatemala son varios. La inequidad es un factor importante. Se ha estudiado que la pobreza no está asociada a la violencia, sino más bien a condiciones de desigualdad y exclusión.
¿Qué sentimientos provoca esto?
Frustración. A nivel psicológico la idea es que frente a tanta opulencia, promovida como estilo de vida, las personas utilizan cualquier recurso para poder alcanzarla.
¿Esto explicaría el hecho de que espacios urbanos que son remozados, por ejemplo, esculturas en el Paseo de la Sexta, áreas verdes o paredes recién pintadas pronto son destruidas?
Es una posibilidad junto a otros factores como la impunidad. Uno aprende a partir de ejemplos. Se le llama aprendizaje vicario. La teoría del aprendizaje social de Albert Bandura indica que si las personas observan modelos de comportamiento que se refuerzan por actividades violentas, es mucho más fácil que yo las cometa. Es decir, uno no aprende únicamente a través de los castigos, sino también de lo que observa que otros reciben a partir de sus conductas. Es la traducción psicológica de la impunidad.
¿De qué manera impacta la violencia intrafamiliar en la violencia social?
Se aprende más por lo que se ve que por lo que se escucha. Si en el ambiente familiar a los niños se les enseña a golpes, es muy fácil que en otros ambientes resuelvan los conflictos de esa misma manera. Es mentira que un menor que fue educado con severidad va a ser mejor portado. Seguramente va a repetir los patrones violentos de crianza.
Los miembros de una pandilla, en su mayoría, responden a este perfil: viven en sectores marginales urbanos, pertenecen a familias desintegradas y han sufrido maltrato intrafamiliar. Todo esto los hace proclives a participar en hechos violentos. No es la única explicación, pero sí son tres factores que hacen más propensos a los jóvenes a involucrarse en grupos delictivos.
¿De qué padece el común denominador de los guatemaltecos como víctimas?
Hay muchas conductas que podrían denominarse paranoides. En otros contextos, este comportamiento no es normal. Es notorio verlo en la calle, el miedo de los automovilistas hacia los motociclistas, las colonias cerradas y los comercios con rejas y agentes. Hay mucha desconfianza hacia el otro que es un enemigo en potencia.
Somos uno de los países más violentos en el mundo.
Sé que del 2003 al 2013 los homicidios sumaron alrededor de 70 mil personas. Imagínese lo que significa para cada una de estas familias. Hay unas cinco personas afectadas por cada persona que muere, en promedio. Hay duelo, tristeza y depresión. También hay lesionados que mantienen procesos psicológicos como estrés postraumático.
¿Es que esto responde a una cultura de violencia?
Se ha generado toda una suerte de valores asociados a la violencia. Los hombres tienen que ser machos y no dejarse de nadie. Incluso se les premia por ser agresivos. Se ven como normales los actos de violencia, sin que nos conmuevan mucho. Se ha vuelto algo banal, toda vez no le toque a uno. Con las mujeres es menos, aunque ya hay casos de féminas que participan en estructuras criminales.
¿Cuáles serían las soluciones, como sociedad?
La solución a la violencia comienza desde lo político y económico. Es importante reducir la impunidad. Esto desincentivaría cometer estos actos. Otra cosa: la inequidad, hace falta mejorar las condiciones económicas de muchos con políticas económicas a largo plazo.
Desde el 2005 no ha habido año en que el número de homicidios sea menos de 5 mil anuales. ¿Qué nos dice esto? Es un comportamiento de largo plazo que no se va a resolver de manera inmediata.
¿Qué pasó con el actual Gobierno? Se redujeron los índices de violencia pero no es lo esperado. En cuanto a las instituciones, ha mejorado la coordinación entre la Policía Nacional Civil y el Ministerio Público. Por eso se han reducido los homicidios en la capital pero ¿adonde van? En las cárceles, los detenidos salen graduados. Hace falta fortalecer las instituciones.
¿Y en lo económico?
Tantas personas que viven con limitaciones, sin un empleo digno, son presa fácil del dinero del narcotráfico, una promesa tentadora. Por otro lado: la educación, muchos de los jóvenes al graduarse de diversificado no encuentran empleo y no continúan estudiando. ¿Qué van a hacer? Con solo el 10 por ciento que se apunte en actividades ilícitas, allí tiene el ejército de reserva de narcos y pandillas.
¿Qué recomienda a las familias?
Los niños que son tratados con amor y respeto, son los que menos posibilidades tienen de involucrarse en actividades delictivas, contrario a los que son maltratados.
Existe un concepto llamado eficacia colectiva, donde los niños cuyos padres están ausentes por trabajo, puedan tener cierta supervisión de un familiar o vecino —familia extendida—. Cuando se pierde esto, los niños se hacen más vulnerables, pues tienden a buscar compañía en la calle.
¿La violencia responde en la mayoría de casos a un estrato social de pobreza?
De sectores urbanos marginales donde la desigualdad puede ser muy visible. Encuentro una relación que combina economía, familia y delincuencia.