¿Qué mensaje percibe el contribuyente?
Desaliento en el cumplimiento de sus obligaciones tributarias; no obstante, aclarando que se trata de una obligación constitucional.
Esta clase de actos hacen mella en el contribuyente, porque no solo hay una resistencia natural en cumplir con sus obligaciones, sino que este evento ayuda a que el contribuyente ponga más resistencia.
Sobre todo, porque un grupo de funcionarios de la SAT están involucrados en la red de defraudación aduanera.
¿Qué podría ocurrir?
Es un ingrediente que se suma a la falta de confianza de los contribuyentes, porque hay dos elementos. El primero, el foco de corrupción, que es una herida, porque un miembro de la familia está generando un ilícito, en los aspectos monetario y moral.
El otro punto es que la SAT estaba siendo conducida por un exsuperintendente que conocía sobre el tema, y ahora se queda acéfala la institución.
Además, que entra en un proceso de selección de directores, y todo eso se suma a que el barco de la SAT se encuentren desorientado al objetivo.
¿Cuáles serán sus efectos?
Una posible disminución de la recaudación y que no se logren las metas de la captación de impuestos para este ejercicio.
El panorama es muy complicado por estas deficiencias. Se agrega un elemento adicional, el año electoral. El Gobierno estará más preocupado en la campaña que en resolver este tipo de situaciones.
Esto podría aumentar la brecha tributaria.
¿Qué lectura tiene de las aduanas?
Con la desarticulación de esta red, por lo menos debe reflejarse un incremento en la recaudación que cobra el servicio aduanero.
Pero aduanas solo es una parte del sistema.
La SAT deberá enfocar sus baterías en todas las áreas de recaudo, para cambiar y rescatar el ánimo de los contribuyentes para mantener el monto de la recaudación.
El sentir del contribuyente en este momento es de decepción, y la entidad recaudadora tiene que hacer labor de cobranza.
Es un trabajo muy complicado para la entidad, porque el contribuyente le perdió la confianza, y lo que el contribuyente tiene es una percepción de decepción de las mismas autoridades que son señaladas de corrupción.