Desde que abrió sus puertas, a finales de la década de 1990, tomó en cuenta los requerimientos de la mujer indígena de pequeñas comunidades, aldeas y caseríos de Chimaltenango y Sololá en extrema pobreza.
Oportunidades
Al ingresar al lugar, la bienvenida es un ambiente multicolor que invita al visitante a conocer la esencia de una cultura de trabajo, a través de tejidos, envasados, conservas, cestería, panadería, dulces, cafetería y una sonrisa amable de mujeres que están conscientes de que el país necesita un cambio.
Gloria Buc, encargada del centro, explica que en cada comunidad los requerimientos son distintos y se trabaja de acuerdo con los materiales con los que cuenta la mujer en el entorno donde se desenvuelve.
“La idea es que aprendan un oficio y les genere ingresos económicos, pero sin descuidar el hogar y la familia”, dice Buc.
Flor de María Coronado, coordinadora de los proyectos Fudi, añade que los programas se promueven por medio de actividades de sensibilización en las aldeas y caseríos. Cuentan con instructoras y promotoras indígenas que hablan kaqchikel y k’iche’, quienes, en su papel de interlocutoras, retroalimentan los programas para que respondan a las necesidades de las mujeres.
“Por tratarse de mujeres con bajo o ningún nivel de escolaridad y con dificultad para comprender el castellano, Ixoqi’ las capacita para incursionar en el mercado con productos con demanda en sus comunidades”, agrega Coronado.
También se implementó una unidad móvil para brindar asistencia técnica empresarial a productoras individuales y grupos solidarios en la comunidad.
Contra la desnutrición
La filosofía de Ixoqi’ impulsa la unión de fuerzas para no duplicar esfuerzos, por lo cual trabaja en alianzas estratégicas con otras organizaciones no gubernamentales (ONG) que dan apoyo a la mujer.
Este año se puso en marcha el proyecto Mujeres rurales de la etnia kaqchikel combaten la desnutrición infantil, que apoya la Red de ONG para el Desarrollo de los Países Iberoamericanos.
