El 19 de abril los periódicos del mundo publicaron la noticia, y Prensa Libre no fue la excepción.
Se reportó que su muerte se debió a complicaciones, incluida una hemorragia en la vesícula biliar. Como dato curioso, la nota indicó que Einstein se opuso, muchas veces en forma violenta, a ser operado.
El domingo 18, a la medianoche, la fiebre agotó al científico, quien finalmente cayó en una especie de “sueño profundo” del cual nunca despertó.
Las dos enfermeras que lo asistían comentaron que deliraba en un idioma extraño parecido al alemán. Para confortarlo elevaron un poco la cabecera de la cama, pero el científico agonizaba. Unos segundos después “dio dos suspiros y murió”.
Prensa Libre tituló la nota: “Una incalculable pérdida para la Humanidad”.
Los hijos del sabio
Hanz, 51, quien era profesor de Ingeniería en la Universidad de California, dijo que “la inhumación sería privada”.
Edwar, 45, se encontraba en Suiza al momento del deceso, y Margoth, 55, era la única que vivía con su padre y quien lo acompañó en sus últimos días.
El Sabio, como era llamado por sus discípulos, legó al mundo la Teoría de la Relatividad, que revolucionó el campo de la Física.
Entre sus alumnos y seguidores se contaron los científicos Enrico Fermi y Julius Oppenheimmer, quien finalmente desarrolló la temible bomba atómica.