Y en medio de este ambiente de luces, de encuentros familiares y de amigos, se cruzan abrazos y saludos en convivencia fraterna y sobresale la auténtica fe cristiana, de la Navidad de Nuestro Señor. Y con esta actitud suscitamos el verdadero espíritu navideño, conscientes del ministerio que anuncia el acontecimiento más grande que ha vivido la humanidad: ¡El advenimiento de Cristo en carne! No es que se celebre el simple nacimiento del Mesías, El Salvador, el Hijo de Dios, el Emmanuel del Dios encarnado.
Así lo anunció aquella multitud de huestes celestiales que adoraban a Dios, cuando el ángel les llevó las nuevas de gran gozo, cantando al mundo este villancico bíblico: ¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz y buena voluntad para con los hombres!
¡Qué mejor oportunidad que esta para dar gracias a Dios por el regalo que le dio al mundo! Y darle gracias por la paz de nuestros pueblos, por la salud, por el trabajo, por lo poco o mucho que tenemos.
En mi vida personal, guardo el testimonio de una mujer que vivía en completa miseria y que hoy quiere compartir con ustedes. Ella me enseñó lo que es la humildad y la obediencia que viene de Dios. Un día invitó a mi grupo de estudio bíblico a visitarla, pero antes de subir a su vivienda en la terraza de su casa, dio gracias a Dios por su vida, por todo lo que tenía, por todo lo que a Dios le había dado Casi estaba ciega y se miraba desnutrida por falta de alimentos. Sí, vivía en la terraza de una casa de una colonia escondida, en un estrecho cuarto a la par de una perrera. ¡Los ladridos de los perros nos intimidaban!… ¿Y así daba ella gracias a Dios por todo lo que tenía?.
Me sentí mal en aquel escenario de miseria. Porque tantas veces yo protesté por una situación y mis problemas, y tan pocas veces yo daba gracias a Dios por todo lo que Él me daba, tal vez sin merecerlo. ¡Siento que este testimonio marcó mi vida! Esa vivencia está siempre en mí y agradezco a Dios por todo, trato de serle obediente y le pido para que me ayude a ser humilde y agradecida.
La fe debe ser el fundamento de nuestra vida espiritual y humana. Alguien escribió que es tener fe: es conducirse por los caminos de la vida de la forma en que un niño toma la mano de su padre. Es que dejemos nuestros problemas en las manos de Dios y nos arrojemos a sus brazos antes que al abismo de la desesperación. Y como la Navidad es dar, también la fe puede hacer que brille el tesoro de la generosidad en medio de la pobreza y el desamparo.