Según un nuevo estudio, publicado recientemente por científicos de Estados Unidos, México y Guatemala en la revista PNAS, la clave de subsistencia estuvo en practicar formas intensivas de agricultura. Entre estas figura el riego, la construcción de terrazas y el cultivo de quema y roza —eliminación de la parte aérea de la vegetación, quedando la raíz de la planta—, junto con técnicas agroforestales y de conservación de agua cuidadosamente controladas.
Los mayas optimizaron el paisaje para proporcionarle sustento a una población en una comunidad urbana preindustrial. Esta se basó en una confianza completa en la precipitación anual, con el uso de depósitos minerales recopilados en cuevas.
Los investigadores deducen que se produjeron sequías durante la segunda mitad del siglo IX, lo que coincide con el levantamiento de los últimos monumentos de Tikal en el año 869, y su abandono final.