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Las reuniones de trabajo “inútiles” son “realmente una forma de terapia”

Las reuniones laborales son una forma de "terapia", en vez de un lugar para tomar decisiones.

Independientemente del tema de discusión, las reuniones laborales podrían servir como una oportunidad para quejarse y ser notado por sus colegas. (Foto Prensa Libre: Getty Images)

Independientemente del tema de discusión, las reuniones laborales podrían servir como una oportunidad para quejarse y ser notado por sus colegas. (Foto Prensa Libre: Getty Images)

Eso es lo que consideran investigadores suecos en la Universidad de Malmö, quienes aseguran que las reuniones de trabajo pueden representar una oportunidad para que los empleados sean reconocidos o expresen su frustración.

El profesor Patrik Hall indica que este tipo de espacios se están volviendo cada vez más frecuentes a medida que crece el número de empleos gerenciales y de “estrategia”, los cuales generan más convocaciones.

Sin embargo, Hall afirma que a pesar de que hay más reuniones, en estas “se toman pocas decisiones”.

El profesor ha encontrado una aparente contradicción en cómo las personas pueden tener una opinión negativa sobre las reuniones de trabajo y a pesar de esto, su número sigue en aumento.

Empleado.
(Foto Prensa Libre: Getty Images)
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Los gerentes que están inseguros sobre su rol tienden a organizar más reuniones.

Buscando un propósito

Hall explica que el aumento de las reuniones de trabajo refleja los cambios que se han estado efectuando en la fuerza laboral.

Cada vez hay menos personas haciendo cosas, pero a la vez son más las que se ven involucradas en roles que ameritan “reuniones intensivas”, como los asesores, consultores y gerentes.

“La gente ya no hace cosas concretas”, dice Hall.

Y los roles gerenciales, que frecuentemente no están muy bien definidos, y donde “la jerarquía no está tan clara”, están en aumento.

“Muchos gerentes no saben qué hacer”, opina el politólogo, y cuando están “inseguros de su rol”, responden organizando más reuniones.

“A la gente le gusta hablar y esto les ayuda a encontrar un rol”, dice el profesor, quien además explica que este tipo de personas puede pasar la mitad de sus horas de trabajo en reuniones.

“Oportunidad para quejarse”

Las reuniones laborales pueden despertar sentimientos de falta de propósito, según el profesor.

No obstante, él argumenta que a menudo se pierde el objetivo de ellas. En las que son especialmente largas, por ejemplo, su función puede volverse “casi terapéutica”.

Independientemente del tema de discusión, sirven como “oportunidad para quejarse y ser notado por sus colegas”.

Pero para los investigadores, las personas que asisten a muchas reuniones pueden perder la paciencia y pasar la mayor parte del tiempo jugando con sus teléfonos móviles.

Mujer en una reunión con su teléfono celular,
(Foto Prensa Libre: Getty Images)
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Las reuniones se han convertido para algunos en una oportunidad para chequear y responder mensajes de texto.

El profesor Hall dice que, como resultado, las reuniones pueden ser desacreditadas “de manera innecesaria”.

“Algunas personas lo encuentran frustrante y se preguntan por qué deben soportarlas”.

Sin embargo, el académico sueco explica que la negatividad con la que se perciben las reuniones puede deberse a que sus verdaderos propósitos son mal entendidos.

Muchas reuniones internas, que se realizan regularmente, pueden parecer completamente “inútiles” para sus participantes, asegura.

El verdadero propósito de este tipo de reuniones podría ser el hacer valer la autoridad de una organización, para que los empleados recuerden que son parte de ella.

Estas reuniones no son realmente para tomar decisiones, dice.

Lucha por el poder

El experto recomienda reservar salas por períodos más cortos, ya que dice que las reuniones se extenderán para cumplir con el tiempo de duración estimado.

Además resalta la importancia de la “igualdad” de sus participantes: “Cuando tienes reuniones con colegas del mismo nivel logras discutir sobre las diferentes problemáticas que te interesa tratar”, señala.

Cuando las reuniones son controladas por personas con diferentes estatus, se convierten en una “lucha de poder” y dejan un sentido de frustración para la mayoría de sus participantes.

De la misma manera, el profesor sueco dice que las reuniones pueden convertirse injustamente en el foco de otras insatisfacciones.

“Las personas se sienten marginadas frecuentemente. Sienten que no tienen influencia ni posición. En estos casos, la percepción es que las reuniones no mejoran nada, sino que en realidad causan aún más frustración”.

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