La receta no es tradicional: en su restaurante, Kombinaciones, en el boyante barrio porteño de Palermo, las arepas tienen rellenos inusuales como aquella carne remojada por 24 horas en azúcar morena (o, dicho en venezolano: papelón).
BBC NEWS MUNDO
“Será la nueva comida china”: cómo los emigrantes de Venezuela convirtieron la arepa en un plato popular en toda América Latina (y el mundo)
"La arepa será la nueva comida china", apunta Alejandro Osuna, un chef caraqueño en Buenos Aires, mientras rellena con asado negro uno de esos célebres panes de maíz venezolanos.
Pero solo a tres cuadras, aún en Palermo Hollywood, está Miss Venezuela, otra arepera decorada con latas de cerveza venezolana y fotos de reinas de belleza donde sí sirven las tradicionales Reina Pepeada (aguacate, pollo, mayonesa) y Pabellón Criollo (carne mechada, plátano, queso, fríjoles negros).
“La arepa está en boom”, dice Ana Pisani, una venezolana que emigró hace 6 años a la capital argentina y es cofundadora de “Locos por las arepas”, una página de internet que mapea 446 areperas en 46 países. Y contando.
Este sábado, el segundo de septiembre, se celebra un nuevo Día Internacional de la Arepa, una jornada en la que tanto estas como otras areperas alrededor del mundo albergarán música en vivo y banquete arepero para homenajear desde el exterior al plato favorito de los venezolanos.
Será un día para celebrar un símbolo. Para añorarlo. Para recordar a la abuela o la madre (que quizá hoy esté haciendo fila para comprar harina) cuando preparaba arepa para el desayuno, o el almuerzo, o la merienda, o la cena. O todos los anteriores.
Porque si algo se han llevado los venezolanos, más allá de los problemas, es un kilo de harina de maíz. De Harina PAN (que abordaremos en breve).
Por todo el mundo
Hace 20 años era difícil pensar en una arepera fuera de Venezuela, donde prácticamente hay una en cada cuadra, carretera o pueblo.
Pero hoy se ven no solo en la principales ciudades de destinos de emigrantes venezolanos –Bogotá, Miami, Madrid, Panamá–, sino también en Tokio, Ciudad del Cabo o Abu Dabi.
En Baltimore, Estados Unidos, la arepera White Envelope ha ganado premios de gastronomía con arepas rellenas de preparaciones libanesas o veganas, entre otras.
En pleno canal del este de Londres, una de las zonas más sofisticadas de la capital británica, la gente hace hasta una hora de fila para comer las arepas de Arepa & Co, donde venden cada una a 8 libras (US$10).
En Pingtung, una zona turística en el sur de Taiwán rodeada de parques, montañas y playas, un pequeño busecito con grafitis vende arepas venezolanas bajo el nombre de Pachamama.
“Cuándo llegué a Estados Unidos, en 2006, solo había areperas en Miami”, dice Alejandro Puyana, un joven escritor venezolano que reseñó su sorpresa sobre el esparcimiento de las areperas en un artículo que han recogido varios medios anglosajones.
“Pero ahora incluso amigos que no saben nada de Venezuela comen arepa en pequeños pueblos del país”, señala.
Marca país
Es difícil estimar cuántos venezolanos han salido del país durante la última década, porque no hay cifras oficiales y muchos emigraron de manera informal.
Los cálculos varían entre 1 y 2 millones para una población de 30 millones.
Pero, en cualquier caso, a medida que la crisis política, social y económica se acentúa, cada día que pasa salen más que el día anterior.
Según la Dirección de Migraciones de Argentina, por ejemplo, en 2015 la cantidad de venezolanos radicados aumentó 120% y en 2016, 140%. Se estiman 30.000 venezolanos en Argentina.
En Chile, donde hay casi 10.000, de acuerdo al Ministerio del Interior, la cantidad de visas de permanencia definitiva creció 600% entre 2005 y 2015.
Según el centro de estudios Pew, en Estados Unidos hay 225.000 venezolanos, de los cuales el 60% llegó en la última década.
“Hemos salido en masa (…) Y lo primero que hacemos cuando llegamos a un país nuevo es ver dónde podemos comer una arepa”, dice Pisani, de “Locos por las arepas”.
“El venezolano intenta colonizar, mostrar lo bueno de su país y para eso una puerta de entrada es la arepa”, explica.
Y pone de ejemplo una costumbre muy usual de venezolanos en el exterior: invitar a sus amigos extranjeros a comer el plato con el que crecieron.
Además, el contexto ha ayudado: “Mientras nosotros hemos llegado con la cultura de la arepa, el mundo está necesitado de productos sanos, versátiles y, sobre todo, gluten-free (sin trigo) como la arepa”.
Altar para la harina de la arepa
Junto al casabe, un estilo de galleta delgada hecha de yuca, la arepa es un pan milenario en Venezuela.
Su forma tradicional de preparación implica remojar el maíz y luego molerlo, pero en los años 50 el checo Carlos Roubicek inventó la Harina PAN, una mezcla precocida de maíz y otros componentes que solo necesita un poco agua y sal para lograr arepas irresistibles.
“La Harina PAN no solo tiene éxito en los 60 porque es un buen producto”, dice Ocarina Castillo, antropóloga y autora de “Los panes de esta tierra”.
“También fue porque llegó cuando se consolida la clase media, salíamos de una dictadura, entraba la industrialización, llegaba el modelo de desarrollo, se le da impulso a la agroindustria nacional y entra la mujer al mercado laboral”.
La Harina PAN es, desde entonces, uno de los productos estrella de Empresas Polar, la empresa de alimentos más grande de Venezuela, que durante las últimas dos décadas ha expandido sus operaciones en el exterior, con fábricas en Estados Unidos y Colombia.
La compañía le dijo a BBC Mundo respecto a la venta de Harina PAN en el extranjero que “en los últimos 3 años hemos estado viendo doble dígito de crecimiento en mercados maduros y hasta triple dígito de crecimiento en otros mercados emergentes”.
Hoy, aunque no es la única marca, conseguir Harina PAN en cualquier ciudad de América es incluso más fácil que en Venezuela, donde la escasez de una crisis inédita ha hecho que el consumo de este producto cayera drásticamente, pese a que muchos siguen desayunando este plato típico cada vez que pueden.
Así como la arepa, el logo de Harina Pan –una mujer mestiza de ojos grandes y oscuros con labios y candongas rojas y una pañoleta de pepas en la cabeza– es un símbolo venezolano.
Osuna, el chef de Kombinaciones, incluso le hace homenaje en su arepera: magnificó el logo en un cartel que pegó en la pared con un pequeño estante de madera donde pondrá una velita.