A sus 50 años, Prior comenzó el experimento contando con una buena condición física e, incluso, un cuerpo moldeado por algunas horas de gimnasio. Sin embargo, tras finalizar el mes, observó con pavor que había engordado 27 libras, que le había nacido una barriga y que –según los médicos- su cuerpo había adquirido una gran cantidad de grasa, según el sitio abc.es
Por otro lado, y según explican varios diarios internacionales como el Daily Mirror, Prior desarrolló durante estos 30 días un deseo irrefrenable de beber refrescos a todas horas. Eso a nivel psicológico, pues –en el plano físico- su presión arterial dejó de ser normal para estar por las nubes, algo que –entre otras cosas- aumenta el riesgo de infarto y daña el riñón.
“Quiero que la gente examine la cantidad de azúcar que toma en sus dietas. Tenemos que ser conscientes de los efectos perjudiciales reales del azúcar en sangre. Mi cambio más dramático fue el peso, además de los antojos. Mi presión arterial subió de 129/77 a 145/96″, explica Prior en declaraciones recogidas por el Daily Mirror.
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Luego de haber pasado el periodo del experimento y dejar de beber refresco, el estadounidense perdió 11 libras s en apenas cuatro días. “No volvería a hacerlo de nuevo. Beber muchos refrescos al día hace que vayas mucho al baño, te hace sentirte constantemente lleno Es desagradable. Los niños no deberían beberlos”, añadió el estadounidense.