Vida

Nada es tan bueno como perdonar

Varios estudios han demostrado que cuando una persona vive sin resentimientos se libera de muchas de las emociones negativas que afectan su desarrollo físico y mental.

Javier Schlatter, psiquiatra

Javier Schlatter, psiquiatra

Quienes son sensibles al perdón tienen menos patologías mentales, usan menos psicofármacos y menos analgésicos, señala el psiquiatra español Javier Schlatter, en su libro Heridas en el corazón. El poder curativo del perdón.

Es más frecuente que una persona acuda a la consulta porque ha recibido un daño o una ofensa y no ha sabido cómo afrontarla. Eso provoca tensiones internas que se traducen en cuadros depresivos o de ansiedad, comenta Schlatter, del Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica de la Clínica Universidad de Navarra, quien amplía más al respecto en la siguiente entrevista.

El perdón está lleno de complejidad. Hay diferentes tipos de perdón, de persona que perdona, de perdonado, de motivaciones…

Sí. De hecho creo que es una de las percepciones que he visto en las personas que he atendido y en mí mismo. Cuando quieres perdonar a una persona y pasar página sobre un asunto, ves que no es fácil. Te puedes plantear si el problema es que eres mala persona. Lo cierto es que hay situaciones y personas que pueden estar toda una vida intentando perdonar y que nunca lo consigan y les quede una secuela en el fondo.

¿Así que el tiempo no todo lo cura?

Así es. Hacen falta unas condiciones, una libertad y una decisión. La manera de ser influye, aunque no sea decisiva. Las personas más sensibles sufren más ante las ofensas. También son las más necesitadas del perdón y lo buscan. Pero lo sufren más los individuos que tienden a interpretar demasiado las cosas, ya sea una palabra, o un gesto o la ausencia de palabras.

¿Qué tipo de personalidades sufren más con el proceso del perdón?

Las personalidades que peor lo pasan son las obsesivas, por esa tendencia a darle vueltas a las cosas, por la inseguridad de fondo y por la rigidez, que les dificulta el cambio. Después de todo, el perdón es una transformación del corazón. Si eres muy rígido, siempre cuesta más cambiar el corazón o la percepción hacia una persona. También estarían las personalidades desconfiadas o paranoides. Siempre les va a resultar más difícil empatizar con la persona que les ha hecho el daño. Van a tender a pensar siempre que hay una mala intención. Y finalmente, las personalidades narcisistas. Es un tipo de personalidad en la que eres el centro, el poseedor de la verdad, el que nunca se equivoca. En una relación en la que se produce una ofensa, el narcisista no va a pedir perdón.

¿Cuánto hay de generosidad en el acto de perdonar?

Mucho. Hay un artículo muy interesante de Jutta Burggraf, quien fue profesora de la Universidad de Navarra, en el que habla de las cualidades morales que predisponen al perdón: el amor, la humildad y la generosidad. Cuando uno recibe el golpe de una ofensa, está recibiendo una energía negativa que uno piensa que no se merece. Para perdonar tienes que abrirte y acercarte a esa persona. Es un esfuerzo que sale de la generosidad.

¿Cuál es el momento propicio para hacerlo?

Las personas tienen diferentes tiempos. En cualquier terapia hay que marcar unos objetivos y hay que ver si dentro de esos está el de perdonar a la persona que comete la ofensa, porque si no se desea ya no forma parte de la terapia. Pero si quiere hacerlo, interesa estudiar cómo es la persona que ha recibido el daño; su mecanismo de defensa ante los problemas habituales. Si es muy racional, quizá interese verlo desde un punto de vista más emocional. Con todos esos datos, se plantea si es el momento de poder dar ese paso de perdonar. Hay gente que necesita pasar el dolor, expresar su ira y sus emociones. El momento de perdonar es fundamental en la terapia. Cuando se produce, casi siempre fortalece las relaciones. Pero no se le puede pedir a todo el mundo.

Efectos psicosomáticos

El hecho de perdonar influye positivamente en el organismo.

Hay estudios que demuestran que quienes tienen más facilidad para perdonar tienen un umbral de tolerancia más alto del dolor y del sufrimiento, usan menos  analgésicos e incluso se enferman menos.

El daño provoca sensaciones negativas, entre ellas exceso de adrenalina o de cortisol, lo cual causa hipertensión arterial o muscular  y se bajan las defensas.

Aunque no perdonar no ocasiona ninguna enfermedad grave, sí altera la buena  salud.