Analiza las relaciones entre los artistas y la iglesia. Recordemos que la iglesia por muchos siglos ha sido el centro del arte. Aunque siempre con algunas desavenencias.

El llamado que hace Juan Pablo II, marca una voluntad de acercamiento hacia los artistas, en una forma un tanto utópica o idílica, muy en el estilo romántico ?puesto que al contacto de la obra de arte la humanidad de todos los tiempos espera aclarar su camino y su destino?.

Juan Pablo II divide este extenso en varios segmentos, el primero ?El artista, imagen de Dios creador?.

En esta primera parte el Papa se basa casi exclusivamente en pasajes de la Biblia sobre todo del Génesis, ?El artista imagen de Dios creador? luego se pregunta ?¿cuál es la diferencia entre creador y artífice??, ?El que crea da el ser mismo, saca alguna cosa de la nada y esto en sentido estricto, es el modo de proceder exclusivo del Omnipotente. El artífice, por el contrario, utiliza algo ya existente, dándole forma y significado?.

?Al final creó al hombre, el fruto más noble de su proyecto, el cual sometió al mundo visible como un inmenso campo dónde expresar su capacidad creadora? Si el omnipotente crea de la nada ¿dónde estaba el barro con el cual creó a Adán?. ?Por esto cuando el artista más consciente está de su ?don? tanto más se siente movido hacia sí mismo y hacia toda la creación elevando a Dios un himno de alabanza?.

Frase aplicable tal vez al Beato Angélico (1387-1455) a quien muchos erróneamente consideran no como un artista propiamente dicho, sino como a un santo inspirado, error puesto que, Angélico fue un artista profesional, que estuvo en contacto con los planteamientos más avanzados del arte Florentino, con sus colores inmaculados y libertad de referencia tiempo-espacio.

La idea de que el artista ?se inspira? es un concepto superado desde hace ya bastante tiempo, aunque es lógico que el Papa Juan Pablo continúe con esta idea. Aplicable tal vez a los primeros artistas cristianos, puesto que el arte de los laicos se divide en dos corrientes una más límpida y la otra más cargada de légamo o sedimentos. El llamado que formula Juan Pablo II marca una nueva voluntad, para que los artistas se unan al contacto de las obras que crean, ya que la humanidad desde sus inicios siempre esperó un guía que iluminara su camino. Y esos guías serían los artistas, idea un tanto utópica.

Muy interesante el punto de vista absolutamente espiritual, como enfoca las artes plásticas el Papa, y su insistencia en querer darle a éstas un soplo de divinidad. Nos vemos envueltos en un mundo de erudición que, en Juan Pablo II procede en parte por el íntimo contacto con las grandes creaciones del arte de todas las épocas. De esto brotan sorprendentes fórmulas, en descripciones y análisis.