Para llegar a esta afirmación, los expertos llevaron a cabo un “experimento de la naturaleza” único en la zona rural de Gambia, lugar en donde cultivan sus propios alimentos y que tiene un clima estacional que marca una gran diferencia en los patrones alimentarios de la población entre las estaciones lluviosa, en la cual hay mejor calidad de alimentos, y la seca.
El estudio seleccionó a un grupo de madres que habían quedado embarazadas en el pico de la temporada de lluvia (84 mujeres) y en el pico de la estación seca (83 mujeres).
Posteriormente se hizo una medición de concentración de nutrientes en la sangre y del folículo piloso de sus bebés de entre dos y ocho meses de edad.
Al analizar estos elementos, los expertos encontraron que la dieta de la madre antes de la concepción tenía efectos significativos en las propiedades el ADN de su hijo.
Aunque los genes de un niño son hereditarios, existen modificaciones de genes con diferentes compuestos llamados grupos metilo que se adquieren de la alimentación. Por ejemplo, los nutrientes de la dieta como el ácido fólico, vitaminas B2, B6 y B12, colina y metionina, influyen en el desarrollo del bebé.
Los investigadores encontraron que los bebés concebidos durante la temporada de lluvias tuvieron tasas consistentemente más altas de grupos metilo presentes en los seis genes que estudiaron y que estos estaban relacionados con diversos niveles de nutrientes en la sangre de la madre.