Escenario

Caras del 2012

En el año que concluye, el teatro de Guatemala ha mostrado su vigor y ha crecido. Cada vez hay más grupos de actores que suben a los escenarios a compartir su arte, tanto en la capital como en los departamentos; occidente y suroccidente, principalmente.

La comedia ligera sigue siendo la que más público atrae. Es comprensible. Sin embargo, el teatro dramático conserva su cuota de adeptos que se incrementa cuando, como en este año, hubo osadía en los montajes, además de las obras que se repiten periódicamente —El señor presidente, La dama del alba, La barca sin pescador, etcétera— se mostraron excelentes trabajos de Kafka, Shakespeare, Ionesco, Darío Fo y Mark Twain, entre otros.

Decidir cuál de esas obras fue la mejor del año es tarea imposible y que no le haría honor a la justicia, pues hay demasiadas variables entre los trabajos.

Este año se inauguraron dos nuevas salas teatrales: la de Don Juan, en el Centro Histórico, y Las Máscaras, en Tikal Futura. Y va bastante adelantada la remodelación de la sala del antiguo cine Lux.

El teatro Abril se ha consolidado como líder en la presentación de obras musicales dedicadas a jóvenes y niños. Posee una escenografía de primer mundo y una colección espectacular de trajes.

El teatro de la UP mantiene su tónica, sin mayor innovación. Esperamos que sus nuevas autoridades le den un chispazo para sacarlo de su letargo.

En el de Cámara Hugo Carrillo se presentaron algunas compañías visitantes muy buenas y se han estrenado obras como La Colonia Penitenciaria de Kafka, que constituyó un verdadero acontecimiento teatral. En Solo Teatro, la sala se ha mantenido ocupada. Allí se estrenó el musical Chicago, gran esfuerzo, bella presentación. El teatro del IGA inauguró su renovación con el estreno de la obra de Dick Smith No Panic in the Titanic, y después se han dedicado a ver ópera en video.

El Tenorio estuvo en escena para el día de muertos, y el Teatro de Bellas Artes carece de rumbo (Aló, Ministerio).

Dos cosas

Al teatro de Guatemala actualmente le hacen falta dos cosas. Dramaturgia que se salga del clisé ramplón, de los temas resobados… que no repita lo que la gente ya sabe.

Y, público. En una metrópoli que rebasa los dos millones de habitantes, en un país grande como el nuestro, tiene que haber más. Feliz año. Nos vemos en el teatro.

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