El programa empezó con el tradicional himno Adeste Fideles, ¡Navidad!. Karin llevaba sobre sus hombros un ligero abrigo negro que fue propiedad de su amiga italiana Katerina Serri, recientemente fallecida a quien dedicó Moon River, canción de amigos. El vaivén de It’s the most wonderful time of the year, se dejó oír. Passarelli hizo presencia. Cantó el villancico francés Petitte Pappa Noël, bien plantado, voz sólida, grata, nítido manejo del idioma. Siguió Karin, con la bella pieza Somewhere over the rainbow —nada que ver con Navidad, puro Mago de Oz—. Prosiguió a Oh Tannenbaum (1550), pieza tradicional alemana que dedicó a su papá. Concluyó la primera parte con una emotiva interpretación del Ave María, de Schubert.
Sumándolo todo, fueron 20 piezas musicales. La mayoría en clave de jazz, música que tiene gran afinidad con la soprano, que como el jazz, camina por la vida con la justa libertad y sin miedo a improvisar.
Fernando Martín ejecutó un solo de batería en el Niño del Tambor, que fue de ritmo y sonoridad astrales.
Giovanni, el tenor, se va para Argentina. Va a continuar su arte en otros aires. Esperamos que el día de regreso sea pronto para repetir café oscuro y lírico canto en la Antigua. Las voces buenas siempre han hecho falta en Guatemala.