Escenario

El esplendor y belleza de un arte sacro

Cuando se habla de la raigambre procesional guatemalteca, en muy pocas ocasiones se hace alusión a las cabelleras que lucen las imágenes, arte que sigue vigente gracias a jóvenes artesanos que tratan de preservar técnicas antiguas.

Imagen de devoción privada, que luce una cabellera ondulada. (Foto Prensa Libre: B. Martínez)

Imagen de devoción privada, que luce una cabellera ondulada. (Foto Prensa Libre: B. Martínez)

“Las imágenes generalmente eran talladas, pero a partir del Concilio de Trento —entre 1545 a 1563— empiezan a ser vestidas para efectos procesionales, lo que da la pauta de que llevaban cabelleras. En Guatemala, se elaboran desde finales del siglo XVI o principios del XVII, pero no hay datos de cómo se hacían”, explica el historiador Haroldo Rodas.

Aún se conservan cabelleras del siglo XIX de imágenes como el Nazareno de la Merced, el de San José o de la Inmaculada Concepción de San Francisco, dice Rodas.

El objetivo es darles naturalidad, como lo dicta el barroquismo.

Artesanos

Estas creaciones no se hacen en salones de belleza como se cree, sino que es un delicado procedimiento elaborado por expertos. El diseñador de cabelleras sacras Danilo Briones explica que heredó en su adolescencia la técnica de este arte de su abuela, “para que no desapareciera”. Los cabellos que utiliza solo son naturales y todos son donados, de al menos 25 cm de largo, ya sea virgen, teñido o con canas. “Muchas mujeres donan su cabello como petición u ofrenda a alguna imagen de devoción”, dice Briones, quien calcula que un 90 por ciento de las imágenes procesionales porta cabellera.

El artesano Esteban Bran, quien aprendió de pequeño este arte de monjas de la Casa Central, incluso ha visto a devotas cortarse el cabello que se han dejado crecer por meses o años frente al Nazareno de la Merced y ofrecérselo por favores recibidos. Solo se utilizan cabellos de mujeres por su docilidad y maleabilidad.

Se clasifica el cabello donado por color y textura para que conformen una cabellera. El estilo y color depende de la fisonomía y advocación de cada imagen, que puede ser ondulada o con canelones, pero esta debe ser funcional, dice Briones. “El 75 por ciento las hago para Nazarenos”, agrega.

Si recibe los cuidados adecuados —resguardarla de la humedad—, puede durar muchos años, pero se le debe hacer retoques de peinado cada dos años. Es un elemento del cuerpo humano que se conserva muy bien, dice Briones quien comenta que prefiere productos orgánicos para fijar el peinado, mientras que Bran recurre a silicón líquido de alta calidad. Una cabellera de largo mediano puede tomarles una semana de elaboración y tienen trabajo todo el año.

El trabajo artesanal de estos expertos no solo se aprecia en muchas procesiones de la Ciudad de Guatemala y de la provincia, sino con orgullo ha trascendido a países como El Salvador, México, Nicaragua, Costa Rica y España.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.