Escenario

Escultor de sonidos con olor a marimba

En la florida creatividad de Joaquín Orellana confluyen la tradición ancestral de la marimba, la vanguardia del arte visual, el genio compositivo y las inagotables posibilidades del arte escénico.

Creador de múltiples “útiles sonoros”, aparatos basados en el timbre del hormigo y distintos mecanismos para percutir, al azar o en ciclos, como la imbaluna, una marimba en forma de luna que, por supuesto, tiene un sonido peculiar.

Nació en la Ciudad de Guatemala, en 1937. Estudió en el Conservatorio Nacional de Música, de donde egresó como violinista, y también en el Instituto Torcuato Di Tella, en Buenos Aires, entre 1967 y 1969, tras haber obtenido una beca gracias a la obra Ballet Contrastes.

Ya en ese entonces Orellana buscaba algo inusitado en la música. Al volver, su avanzado estilo tardó en ser aceptado.

De aquella necesidad de expresiva inexplorada nacieron las Humanofonías de 1971, obras en las que revela circunstancias de la sociedad guatemalteca en clave de denuncia.

La marimba tradicional pasó a ser objeto de experimentación a través de la transformación electroacústica, mediante grabación, pero también el surgimiento de objetos sonoros que a su vez eran esculturas. “La marimba sumergida en un ámbito fantástico tenía una afinidad esencial con los lamentos y gritos de terror, con base en sonoridades de fonemas de lenguas indígenas”, dijo el artista en una entrevista, en el 2004.

Desde finales del 2011 y a lo largo del 2012, Orellana recibió múltiples homenajes en un año dedicado a reconocer su creación, durante el cual hubo presentaciones de sus obras, en las que se entremezclan conceptos de la antigüedad prehispánica, evocaciones de la guerra interna del país e íconos sonoros de la identidad nacional. Aún así, el autor lamentó que no se pudieran montar algunas de sus producciones más complejas y ambiciosas. Pese a la genialidad de su obra, el Ministerio de Cultura no impulsa ni promueve actualmente, cuando el autor aún está vivo, la presentación de las mismas dentro o fuera del país.

LEGADO INCOMPARABLE

Orellana ha creado 40 obras y 30 útiles sonoros

Algunas producciones: Humanofonía (1971), Violín sideral (1972), Imposible a la X (1980), Híbrido a presión (1982),  El violón valsante (1984), Cerros de Ilom (1992), Sacratávica (1998), Ramajes de una marimba imaginaria (1990),  La tumba del Gran Lengua (2001). Algunas   no se han  vuelto a montar desde su estreno, pese a su carácter original.

Útiles sonoros: imbaluna, circumar, ciclo im, aluperlin, troam, pinza-fer, bazookimba, ululante y prehimulinho