“Le gustaba un corte fresco, el cabello un poquito largo y despeinado, acomodado con las manos. Eso sí, el bigote muy bien hecho, que se viera más bien espeso, pero rebajado, sin volumen”, agrega el barbero.
“El hombre venía a cortarse el cabello, a relajarse, a descansar”, agregó el peluquero italiano, recordando el autor de Cien años de soledad, fallecido en la capital mexicana el pasado 17 de abril.
En algunas ocasiones, durante su visita mensual, a García Márquez lo esperaban en la peluquería personas que querían un autógrafo del autor. “Era una persona amable, muy humano, muy bromista, con una visión especial”, recuerda el barbero.
También dijo que solo él era quien le rasuraba. “La navaja en el cuello solamente me la pone Pietro”, decía el autor colombiano, según el barbero que lo atendía.