Olivet Osorio y Valenzuela Palacios contrajeron matrimonio un par de días antes del fusilamiento. También se describe que los tres condenados dejaron sus testamentos listos y una de sus peticiones es que no les dispararan en el rostro.
Entre los condenados faltaba José Miguel Olivet Osorio. Él en forma sensacional y en unión del teniente coronel Carlos Castillo Armas y otros reos, se fugaran del centro penal el 19 de julio de 1951.
César Augusto confesó antes del fusilamiento que él planeó el escape de Castillo Armas, quien estaba preso por su participación en el asalto a la base militar La Aurora, en un ataque contra el gobierno de Juan José Arévalo, el 5 de noviembre de 1950, una semana antes de las elecciones en que saldría elegido Jacobo Árbenz.
La ejecución estaba programada para el 2 de febrero a las 10 horas, pero se aplazó debido a un recurso extraordinario.
En una nota publicada el 4 de febrero de 1952, Álvaro Contreras Vélez describe que minutos después de las dieciocho horas del 3 de febrero, en el lugar llamado “el triángulo” de la penitenciaría central, una descarga cerrada de fusileros al mando de un capitán, ejecutó la sentencia de muerte contra César Augusto Olivet Osorio, Carlos Valenzuela Palacios y José Lisandro Reyes Fajardo.
Los tres hombres condenados a la última pena como autores del “crimen del taxi gris” llegaron hasta el paredón con entereza e “invocaban a Dios como testigos de una inocencia que quisieron poner de manifiesto hasta esa hora trágica”, describe el articulo.
En el momento de la despedida Olivet y sus compañeros abrazaron a los periodistas. a autoridades de la penitenciaría central a quienes, según sus propias expresiones, debían buen trato y atenciones en sus últimos momentos: pero, más que todo, se acercaban al sacerdote que cumplía piadosa misión, rogándole que les
bendijera.
Poco después las órdenes del capitán sonaban con fúnebre eco: ¡Atención, primera fila arrodillados! ¡Carguen armas! Apuntén… ¡fuego! Y los tres cuerpos, furiosamente abatidos por las balas, se desplomaron en el terroso piso de “el triángulo”.