Escenario

Historia de la imprenta en Guatemala

En el Día del Tipógrafo, que se celebra hoy, es oportuno recordar que hace 354 años Guatemala se convirtió  en la cuarta ciudad de las colonias españolas del continente en establecer su imprenta —después de México (1539), Lima (1584) y Puebla (1640)—, y tres años después se publicó el primer libro del reino, gracias a la iniciativa del intelectual español fray Payo Enríquez de Rivera.

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Víctor Miguel Díaz, en su obra Historia de la imprenta en Guatemala, desde tiempos de la colonia hasta la época actual, refiere que Enríquez de Rivera, noveno obispo de Guatemala, entusiasta por el cultivo de las letras y con la esperanza de imprimir algunos de sus trabajos, tuvo la idea de hacer venir al país una imprenta, por lo que solicitó ayuda, en 1659, a las autoridades reales y eclesiásticas para la realización del proyecto.

Al reunir el dinero, delegó al franciscano Francisco de Borja, residente en México y proveniente de una familia de impresores, para que contratara a la persona que se convertiría en el primer impresor y para adquirir una imprenta, la cual tuvo un valor de mil 538 pesos.

De la Borja contrató a José de Pineda Ibarra (1629-1680), quien llegó al reino a principios de 1660, con su familia, imprenta y elementos tipográficos necesarios. La imprenta se la cedió fiada De la Borja al impresor, para que se la pagara con su trabajo, explica la obra La imprenta en Guatemala, de Toribio Medina. Vivió e instaló su taller en una casa situada al lado del edificio del Ayuntamiento, en el lado norte de la plaza central, donde actualmente se encuentra el Museo del Libro Antiguo.

La primera pieza impresa en Guatemala fue un sermón predicado en el convento de San Francisco, por fray Francisco Quiñones y Escovedo, que data de 1660. Pero el primer libro se publicó en 1663 y era un tratado teológico de Enríquez de Rivera, conocido como Explicatio apologética, sobre el dogma de la Inmaculada Concepción, en respuesta a las afirmaciones de un teólogo anónimo.

Historia

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Los centros tipográficos en Santiago de Guatemala siguieron durante muchos años el  sistema tradicional de impresión, ya que los materiales tipográficos, incluyendo papel y tinta, eran escasos, de alto costo y se hacía difícil importarlos de España.

Luego del traslado de la Ciudad al Valle de la Ermita, en 1776, el número de intelectuales aumentó y  mandaban a  imprimir sus obras sobre ciencias, artes, agricultura, historia, comercio,  poesías,  y  odas; sin embargo, las imprentas establecidas no aventajaban en sus obras a las de la capital antigua. Entre las de mayor renombre estaban  la de Joaquín de Arévalo, quien imprimió muchas publicaciones, la de Ignacio Beteta y la de Antonio Sánchez Cubillas. Después de la Independencia, las imprentas más reconocidas fueron La Unión, del Gobierno, de la Paz, Nueva de Luna y El progreso.  

Las máquinas para imprimir que surgieron a medida que se fueron desarrollando técnicas que facilitaran el proceso, como el monotipo, linotipo y offset, no se reemplazaron unas a otras, sino continuaban trabajando aunque existieran  más modernas, refiere Thelma de Pérez, directora del Museo y Biblioteca de la Tipografía Nacional. En este espacio se muestra la evolución de maquinaria de impresión, piezas  que se exponen en la mencionado casa cultural, y las primeras publicaciones que vieron la luz en Guatemala, resguardadas en el Museo del Libro
Antiguo, en Antigua Guatemala.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.