“Demostramos que el tamaño de una glaciación no está sólo controlado por el clima, sino también por el paisaje”, explicó la profesora Vivi Pedersen, de la Universidad de Bergen (Noruega) , una de las autoras del artículo.
Según los investigadores, los paisajes afectados en el Cuaternario (aproximadamente hace 2,5 millones de años) por la actividad glacial se encuentran a una altitud superior a la de otros sistema modificados, por ejemplo, por erosión fluvial.
A esta elevada cota, cualquier pequeño cambio en la temperatura modifica drásticamente las condiciones meteorológicas, haciendo que los glaciares tengan la posibilidad de provocar su propio crecimiento de forma más rápida que las montañas.
“Los glaciares en ese tipo de regiones son muy sensibles a los cambios en el clima y un pequeño enfriamiento cambiará considerablemente el tamaño del área, donde la precipitación caerá en forma de nieve”, apuntó Pedersen.
Se trata de efectos a gran escala que sirven para comprender mejor la formación de los glaciares y no para establecer hipótesis de futuro a corto plazo, como matizó la investigadora, ya que se trata de un proceso de millones de años.
“Es posible que los glaciares encontrados en regiones modificadas por estos fenómenos reaccionen más rápidamente a los cambios en el clima que otros, pero pueden transcurrir varios siglos antes de que un glaciar se ajuste a las nuevas condiciones” , remarcó Pedersen.
Además del descubrimiento sobre la condición de los glaciares, el estudio aporta novedades en el ámbito de la topografía, al apuntar que la formación de los paisajes que han sido influenciados por estas masas de hielo pudo producirse en dos fases.
En la primera de ellas la zona más alta de estos paisajes se habría cortado y posteriormente, como consecuencia de un enfriamiento del clima, los grandes valles se “esculpieron” en zonas de menor altitud.