Escenario

Publican cartas inéditas de Whitman en español

Vividor, libérrimo, amante de la justicia y la democracia, presumido y con debilidad por los amantes jóvenes. Así se dibuja Walt Whitman a través de sus cartas que, por primera vez, se publican en español en Crónica de mí mismo, un epistolario que es la biografía íntima del poeta estadounidense.

Una antología de estas cartas que en su edición inglesa ocupan seis volúmenes, con 2 mil misivas, y que en español publica Errata Nature, en edición de su editor Rubén Hernández, un apasionado de Whitman (1819-1855), el creador de la gran epopeya norteamericana y a quien Borges consideraba “el único poeta”.

El amor, la amistad, el alcohol, las fiestas, la exaltación de los cuerpos, la belleza, la política, la vejez, la muerte, el trabajo de enfermero en los hospitales durante los años de la Guerra de la Secesión (1861-1865), son algunos de los temas de estas cien cartas que recoge este libro que muestra el día a día del autor

Son las cartas desde sus primeros testimonios de juventud hasta seis días antes de su muerte, por lo que el libro es una suerte de autobiografía del poeta, dice l Hernández. “Las biografías que existen dejan muchas cosas sin resolver porque Whitman es una personalidad muy compleja y rica, como se ve en el epistolario”.

Uno de los temas que quedan claros a través de las cartas es las homosexualidad del poeta, en su mítico libro Hojas de hierba, el poeta canta a la bisexualidad, pero en estas misivas, no queda duda, por su contenido, de su deseo por los jóvenes a los que en muchas ocasiones se dirige como: Queridos hijos.

“En una de las cartas, el poeta le pide a un amigo joyero que, como va a ir a Nueva York, le reserve una habitación con una sola cama porque viajará con su sobrino, pero en la siguiente carta le precisa que viajará con su hijo adoptivo”, explica el editor.

Un tema que, al parecer, le distancia bastante en aquella época de ciertas amistades, como la del poeta y filósofo Ralph Waldo, su gran amigo pero quien veía este aspecto de Whitman como “algo obsceno”, recuerda Hernández.

“¿Has oído decir alguna vez a la gente que la tierra es el cielo o el infierno del hombre, según su manera de actuar o de qué lado se sitúe, del bien o del mal?” , dice el poeta en una misiva dirigida a un amigo.

Otro asunto revelador de estas cartas, “conmovedor y espantoso” al tiempo, es el dedicado a la labor del poeta en los hospitales para cuidar a los soldados.

El hermano de Whitman estuvo en el frente durante los años de la Guerra de Secesión y él, conmovido, se fue a buscarlo por todos los hospitales hasta que lo encontró, al igual que se topó también con un montón de cuerpos descuartizados o mutilados.

Una imagen que siempre acompañó al gran poeta, quien desde ese momento se hizo voluntario y auxiliar sanitario, pero también guiado por su admiración por los cuerpos masculinos y jóvenes a los que regalaba su protección, apunta Hernández.

“Querido amigo: Te escribo por si conocieras a alguien que pudiera ayudara mis soldados. Aún sigo aquí, en Washington, entre hospitales; ya llevo en esto más de siete meses. A medida que pasa el tiempo, parece que se van acumulando los peores casos, los de heridos crónicos y de edad más avanzada, que para colmo se juntan con los nuevos casos que llegan cada semana…”.

Su físico imponente, su barba blanca y su aspecto bohemio también salen en estas cartas en las que se refleja la alegría y vitalidad de este poeta, al que le gustaba la naturaleza, la calle y encontrarse en ella con unos y otros para hablar de lo que fuera y donde mezclaba vida con política, subraya el editor.

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