Compañeros de película como el malvado chef Skinner y el joven Linguini, lavaplatos y futuro heredero del célebre restaurante cinematográfico; su amiga Colette, o el fantasma del legendario cocinero Auguste Gusteau, aparecen entre los decorados hechos a escala de Rémy.
Es decir enormes, ya que el tamaño de mobiliario, objetos y figuras humanas es una de las claves manejadas para dar al visitante la sensación de compartir alegrías y peligros con la famosa rata de campo.
De momento, París tendrá el único parque Disney del mundo donde ver los 20 minutos de película creados para la ocasión por el director del largometraje de Disney/Pixar, Brad Bird, con música original de su compositor, Michael Giacchino.
El evento fue inaugurado por el número uno de la compañía Walt Disney, su presidente y director general Bob Iger; y entre otros invitados especiales, también acudieron al parque parisino las españolas Mar Flores y Nuria Roca y una importante representación del restaurante danés Noma, considerado el mejor del mundo en 2014.
Dos grandes novedades esperan al visitante, según dijo la directora artística del proyecto, Beth Clapperton, pues en busca de una “inmersión” total en el universo del atípico roedor que sueña con ser chef, la atracción “Ratatouille” acopló por primera vez objetos, muros y movimientos reales con proyecciones 3D.
La tecnología puntera utilizada hace que resulte imposible descubrir a menudo dónde empieza la realidad física y dónde las imágenes filmadas de esta nueva aventura de Rémy, en su brusco descender de la azotea del restaurante a la cocina, el carrito de los quesos, su nevera o sus fogones.
Segunda gran primicia técnica, los vehículos se desplazan sin necesidad de raíles, en perfecta sincronización con la proyección, y están programados para diversificar trayectos y no ver siempre exactamente lo mismo, según el “ratamobil” elegido para entrar en el universo “Ratatouille”.
Más allá de la vista y del oído, el olfato se despierta al pasar por la cocina, o junto a unas colosales naranjas; mientras el frío corrobora que se ha entrado en la nevera, el calor en los fogones, y la fregona de Linguini salpica algunas gotas sobre los viajeros ratunos.
Hasta el más mínimo detalle ha sido previsto de principio a fin en este recorrido que cuando parece haber terminado puede continuar en el “Bistrot Chez Rémy” , restaurante cuyos asientos aprovechan alambres, corcho y chapas de tapones de champán y sus mesas son del tamaño de tapas de botes de mermelada, café o tisana.
Completa el itinerario una muy parisina “Plaza de Rémy” , recreación del viejo París inspirada en lugares como el bulevar Haussmann, la Plaza de los Vosgos o las desaparecidas Halles de Baltard de mediados del XIX.
Toda una nueva “Tierra” , según la terminología de la factoría, en la que trabajaron 300 personas durante cinco años para recibir al público a partir del 10 de julio, después de tres semanas de rodaje inaugural.