El culto fue aumentando conforme se cohesionaba la nueva organización de las hermandades, cuyo principal fin es colaborar en el sostén de la religiosidad católica y la ayuda social de la Iglesia a los más necesitados, afirma la obra Crónicas y recuerdos de Jesús Nazareno de Candelaria, de Fernando Urquizú y Érick Espinoza.
La demanda de turnos era tan fuerte que fue necesario diseñar una estrategia de control de la participación de los fieles en los cortejos procesionales, por lo que hubo que emular los números impresos que se utilizaban en los bailes elegantes o rifas del siglo XIX, que identificaban su entrada. Al seguir ese modelo, el número de mesa o tanda correspondía al de turno, y el de silla, al del brazo del anda.
El primer turno con ese diseño apareció en 1903, y corresponde al cortejo procesional de Jesús Nazareno de Candelaria.
Con el tiempo se tuvo que aumentar el tamaño del anda de algunas imágenes, para satisfacer la demanda cada vez más creciente, por lo que se incrementó el tiraje de turnos y se prolongó el recorrido del cortejo, añade Urquizú. Por ejemplo, en la procesión de Jesús de Candelaria, el Jueves Santo, debían organizar a principios del siglo XX los turnos de 500 cargadores; ahora participan casi 15 mil, lo que la convierte en la más numerosa.
Las tarjetas pasaron a llamarse comúnmente turnos, y fueron enriqueciéndose con diseño gráfico conforme evolucionaron la procesión y las tendencias de arte. “La tecnología ha permitido crear nuevos diseños de turnos; por ejemplo, cuando se incluyó fotografía en blanco y negro, y luego, a color”, expone el publicista Salvador Sarazúa, que ha diseñado turnos y carteles de varias hermandades, desde 1996.
El punto de partida es obtener una buena fotografía, ya sea de estudio o procesional. Los fotógrafos de imaginería que han destacado en los últimos años son William Cameros y José Carlos Flores.
Cada hermandad tiene su propio diseño, que debe integrar a toda su papelería para diferenciarse de las demás, añade Sarazúa.