Escenario

Vida breve: Personajes sin rumbo

En la vida hay muchas personas que intentan eludir la amarga confrontación con la realidad, son cobardes o perdedores, vencidos por su huida hacia la nada o hacia las drogas.

Personas que ante su desarraigo con el entorno prefieren apoyarse en los sueños o en los recuerdos, buscando paraísos perdidos en el pasado, hallándose en la melancolía del presente o en el escepticismo.

Pese a su ansia de estar con otros, se convierten en “paseantes solitarios”, personajes sin rumbo entre la sombra de su existir.

Vagan por la existencia perdidos en el espacio, destruidos por su desesperanza y su soledad, y así poco a poco van saliendo de una vida habitable con su carga de sueños malogrados a cuestas. ¡A menudo sólo eres tu propia fatiga!

Todo lo que fue bello y tuvo sentido y fue motor de la existencia ya no existe para ti.

El perdedor está sólo, desamparado, acosado por deseos irrealizables, y a la par de huir de si mismo, confunde lo vivido con lo imaginado.

Sin alcanzar nunca la soñada, la ansiada vida de deseos reprimidos, se mueve en una atmósfera irrespirable.

Para defenderse de su propia memoria o derrota, bebe. Es como se desgasta su vida aún más.

El perdedor ya no cabe en la dolorosa realidad de haber desaprovechado su vida.

Personas derrumbadas, tocadas de melancolía e insatisfacción ante su vida no apetecible tal como es, buscan todo un alud de justificaciones, suponen que de no haber tenido el ambiente familiar que han tenido, no estarían en la miseria.

Si el amor no hubiera resultado desamor; si las circunstancias no hubiesen sido estas sino otras? Se busca motivos exteriores para explicar una crisis interior.

La salida está en su propia fuerza. No hay que indagar por los motivos de nuestros fracasos, sino apelar a la propia y particular voluntad de salir de una situación penosa, y vencer la propia debilidad o falta de voluntad, para avanzar hacia tiempos mejores con más fuerza, más confianza o esperanza en Dios.

Dado el panorama del mundo, la vida no es fácil, encontrar la felicidad es lo más difícil, pero así como hay personajes apresados entre las sombras, también hay otros que “con el mazo dando y en Dios confiando” van avanzando hacia sus metas dignas de tener en cuenta.

No será sólo la riqueza, o el poder, o el tener cosas, sino la meta de merecer el amor.

La idiosincrasia de una sociedad de consumo no nos llevará a la felicidad o satisfacción.

No se trata de tener sino de saber cuales son los valores de la humanidad y el deseo de una vida más alta y más plena.

La vida es tal como es, otra no hay. Hay que intentar sin embargo, que el resto de la vida vivida tenga un paisaje interior positivo.

No destruir, sino construir un mundo mejor para si mismo y los que tenemos en torno, desembarazarse del pesimismo, y echarse a andar por los caminos del bien.

De lo contrario sólo cuenta una melancólica reflexión final: acaso el suicidio apenas sea abrir una puerta que sólo da al vacío. Como tantas? La vida no es otra cosa que lo que cada uno encuentra en ella.

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