Escenario

VIDA BREVEBernard Shaw en mi biblioteca

?Los espejos se emplean para verse la cara, y el arte para verse el alma?

La presencia de Bernard Shaw en la estantería de mi dormitorio-biblioteca con sus escritos me ha hecho releer a este dramaturgo, premio Nobel de literatura 1925.

Shaw ha nacido hace siglo y medio en Dublín, Irlanda. Vivió en Londres donde inició su carrera con aforismos y epigramas, escribiendo novelas y obras de teatro.

Ha producido más de cincuenta comedias a lo largo de su vida y murió en el año 1950 (el 14 de diciembre), tras haber expresado muchas cosas ingeniosas.

Basta citar algunas frases de su vasta producción teatral que no han perdido vigencia por su sensibilidad y talento.

Unos afirman que él es el Moliére del siglo XX, otros lo comparan con Ibsen, por su crítica de las costumbres de la burguesía hipócrita.

Recuerdo su epigrama “No hay amor más sincero que el amor a la comida”. También dijo: “Los espejos se emplean para verse la cara, y el arte para verse el alma”.

Este escritor agudo y profundo, al que imitaron sin superarlo muchos dramaturgos de su tiempo, distribuía latigazos al comportamiento y amores de la burguesía. Las más famosas obras suyas son: “La profesión de la Señora Warren”, “Pigmalión”, “El hombre que se deja querer”, “Los despachos de Napoleón”, etc.

Los hábitos sociales son el objetivo de sus acertados y satíricos dardos venenosos que producen todavía el entusiasmo del público y una buena rentabilidad a los teatros. Se le puede considerar el precursor del teatro épico “Santa Juana”, otra obra suya que como todas ellas hacen reír y también requieren cierto esfuerzo intelectual, por estar escritas con una candidez enternecedora aparente de un humor corrosivo.

Cuentan que una dama muy bella, obsesionada en casarse con Bernard Shaw, le decía que tendrían unos hijos tan inteligentes como él y tan hermosos como ella.

Bernard Shaw le contestó que esto sería muy arriesgado, pues también podrían salir al revés, “tan inteligentes como ella y tan feos como era él”. Lo cierto es que este matrimonio no se realizó.

Sus obras se han vuelto en mi dormitorio, al sitio donde habían descansado. Les quité el polvo en homenaje a su ironía. Hay tanto buen escritor en mis estantes que no hay que leer sólo el Día de los Difuntos. El espíritu sopla a donde le place.

En un mundo dividido, hosco y sombrío, lo que buscamos es un libro con sentido del humor, tras unas gigantescas guerras y el miedo a nuevos y terribles conflictos futuros, un libro que nos haga sonreír por el humor fructífero y testimonio crítico de su autor, cuya pluma por encima de nuestra trágica realidad, nos lleva a aplaudir la burla, o caricatura de todas las civilizaciones y situaciones con los conceptos sarcásticos, predominantes en las comedias de Bernard Shaw.

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