Por Alfredo Vicente
Con motivo de despedirse de los escenarios y ofrecer un último recital en los países que lo vieron crecer como artista, el músico argentino Facundo Cabral se presentará en el país. El reconocido cantautor de 71 años, quien se reencontrará con su público de Guatemala el 24 de abril en la sala Efraín Recinos del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, conversó vía telefónica con Prensa Libre acerca de su trayectoria, el papel de la música en la paz, y su próximo paso en la vida.
¿Qué es lo que más recuerda de este país?
Tengo amistad con Guatemala desde hace muchos años. Hace alrededor de tres décadas que fui a cantar allí por primera vez. Recuerdo que visité Chichicastenango, Quetzaltenango y Antigua. Tengo mucho aprecio por ese país, del cual he aprendido mucho, como es el caso de la literatura. Guatemala siempre ha sido un lugar luminoso para mí, y estoy muy feliz de ir.
¿A qué se debe esta nueva gira?
Es una despedida porque físicamente estoy ya muy débil, por la edad, y este año voy a despedirme de unos cuantos países muy queridos. El show será un repaso, una cuenta final… Es más, será un testamento de mi experiencia que le dejo a los jóvenes que empiezan a vivir.
¿Y qué contiene ese testamento?
Que la vida es un regalo inapreciable, que nacemos para vivir, y que solamente se puede vivir en amor.
¿Qué ha aprendido después de viajar por tantos países?
Los países como Perú, Guatemala, México y Ecuador, donde ha habido culturas precolombinas, e India sobre todo, han sido una gran escuela para mí. Europa también me ha enseñado mucho, artísticamente e intelectualmente, sobre todo Francia, Italia, España y Portugal, de donde provenían mis parientes. Estoy muy agradecido con el mundo. Desde el 1 de enero de 1960 he caminado 165 países. No soy muy competitivo, pero es todo un récord.
¿Fue precisamente la música lo que lo motivó a conocer tantos lugares?
Empezó por el cristianismo. La provocación que tuve para caminar el mundo fue la gran noticia que trajo Jesús: Que solo uno es el Padre. La noticia me excitó y ahí supe que si uno solo es el padre, la humanidad es una sola familia…Somos un solo país, lo que no entiendo es cómo hay tanta gente que no lo comprende.
¿Cuál es su mensaje para el público de Guatemala, donde se vive hoy con mucha inseguridad?
La violencia se ha globalizado. La violencia… que es una estupidez. El papa Juan Pablo II decía que había que globalizar la solidaridad. Somos hermanos, vivimos mucho mejor cuando nos respetamos… La vida es maravillosa, de lo contrario tenemos un conflicto tremendo. Somos muy ignorantes y la ignorancia es suicida. El sabio no mata, convive. Ni somos ni de izquierdas ni de derechas, el universo incluye izquierda, derecha, arriba y abajo (se ríe).
¿Hay esperanza por medio de la música?
Si no tuviéramos esperanza en el fondo del corazón no nos levantaríamos cada mañana.
¿Seguirá fuera de los escenarios artísticamente?
Ya no creo que vuelva a viajar, y por primera vez me quiero quedar quieto. Sospecho que me voy a quedar en comunicación con mucha gente en el mundo porque ahora me van a ayudar a estar en contacto con los jóvenes por medio de Internet. Artísticamente lo veo difícil, porque apenas camino y veo poco. Mi esqueleto ya no quiere seguir. Estoy muy agradecido con Dios y tengo la necesidad de compartir para darle las gracias.
¿Y cómo va a compartir con la gente ahora?
Por medio de experiencias de vida, porque la experiencia personal es lo que más llega a la gente. Porque a mí no me contaron que la vida es una fiesta, lo comprobé. No me contaron que el mundo es muy rico, yo lo caminé. La Madre Teresa, quien fue una gran amiga, decía que yo no era artista, que yo era testigo porque daba testimonio de vida, y tenía razón. Y así lo veo porque hice de mi vida una obra de arte, y esa obra no está en los libros ni en la música. Mi obra de arte es vivir, y realmente pertenece a Dios, quien me llevó de la mano.