En esta edición se incluyen algunas historias de personas de este país que durante años han formado parte de esta celebración católica.
Bendición para la familia
Zoila Menchú es vendedora de escapularios, rosarios, cruces y otros recuerdos desde hace 35 años. “Las personas pasan para comprar un recuerdo de la fiesta. Antes vendíamos recuerdos que venían de Italia y México; ahora hay producto nacional y chino”. Menchú está agradecida con la Virgen porque le cuidó a su hija durante un viaje a Estados Unidos. “Yo sentía que algo no estaba bien y le recé mucho a la Virgencita y me la devolvió con vida”, recuerda.
El retrato del día
Todos los visitantes tienen una fotografía de la celebración de la Virgen de Guadalupe, y Feliciano Perén es el encargado de inmortalizar el momento. “Cuando empezamos —en la década de 1980— tomábamos fotos con película, pero desde hace algunos años usamos cámaras digitales, es mucho más práctico. Una noche antes montamos la escenografía con la Virgen. Son más de mil fotos que tomamos durante esos días, que se ha vuelto una tradición familiar”, indica Perén que tiene más de 30 años de dedicarse a la fotografía.
Iluminan la fe
La imagen de la Virgen se ilumina con las velas de José Enrique Pérez, quien vende este producto desde hace 30 años. “Tenemos velas de todos los colores y cada uno tiene su secreto: sirven para la familia, para el amor o para la protección”, dice a modo de murmullo Pérez. “Los visitante compran sus veladoras y se las pasan en la cabeza a sus hijos para luego ofrecerla a la Virgen como señal de devoción. Es un acto muy lindo”, expresa.
Tradición
Los chinchines de colores vienen del municipio de Rabinal, Baja Verapaz, de donde es Aracely Iboy, quien viaja a la capital todos los años para estar en los festejos a la Virgen. “Desde hace tres meses que empezamos a preparar nuestro producto, cosechamos el morro, que es con lo que están hechos los chinchines. La Virgen de Guadalupe siempre derrama bendiciones en nuestro negocio”, indica Iboy.
Fervor
Durante más de 30 años Carlos Humberto Martínez ha llevado a su familia a visitar el Santuario. “Ahora traigo a mis nietos y a mis hijos porque la fe a la Virgen es inmensa. A ella le agradezco la salud de mi madre; en alguna ocasión le pedí que me la dejara con nosotros cinco años más y ella me concedió ese milagro. La fe la tengo y todo se lo debo a la virgencita”, dice.
Trajes típicos
Ella es originaria de San Pedro Sacatepéquez y desde hace 40 años vende trajes típicos par estas fechas. “Mi mamá me enseñó el oficio; en la familia dedicamos el trabajo a la Virgen ya que ella con los años nos ha dado de comer. En mi venta tenemos trajes de muchos lugares de Guatemala. La gente viene para vestir a sus hijos y nosotros le recomendamos el mejor trajecito. Recuerdo que cuando empezamos cada uno valía 10 centavos, ahora, más de Q60”, cuenta Cristina Ley.