Vida

Hans Holbein, “La Danza de la Muerte”

La muerte esa quietud definitiva, impresiona al hombre, desde los primeros destellos de la razón. Sabe que todo finaliza: un ciclo se cierra.

Por otro lado, la periódica renovación de la naturaleza, el rebrotar de la vegetación en primavera, le debió sugerir las primeras nociones de regeneración, concibiendo el hecho de la muerte como uno más en la constante universal, del ?eterno retorno?.

Ello dota a la muerte, desde épocas remotas de un carácter ambivalente, es terminación y a la vez recomienzo. La fe cristiana subraya semejante intuición primitiva: ?la muerte es el renacimiento a la vida eterna?. Los primeros cristianos conmemoraban la fecha de recordación de los muertos con el nombre de ?Dies Natalis?.

Según Hesiodo la muerte tenía el corazón de hierro y las entrañas de bronce. La representación griega de la muerte era un niño negro (no de raza) con los pies torcidos, a quien acariciaba la Noche, su madre. La hoz y el reloj de arena aparecen tempranamente al igual que Cronos, el tiempo.

En el siglo XV, la copiosa iconografía se enriquece y en el Barroco XVII y XVIII, culmina. Muerte; muerte, muerte. Siglo XVI, guerras arrasadoras pestes, desnutrición, plagas. Muerte por ignorancia, por hambre o por fe. Para el hombre de esa época era una corta estancia en este mundo, a morir se nació. Uno de tantos recovecos del cristianismo.

Hans Holbein (1497-1543) irrumpe en el siglo XVI, con cuarenta grabados. ?La Danza de la Muerte?. Son escenas alucinantes y macabras. Cada hombre, campesino, rey, niño, tiene la muerte al lado, convierte a la muerte en la solución o esperanza. El genio de Holbein impide toda posible monotonía, creando tensión en casa trazo. Toda una época quedó grabada.

Holbein representa la acusación, el espanto, la hostilidad, todo lo que vuela sobre la muerte, convirtiendo cada gravado en una exhortación al horror. El libro se complementa con frases o fragmentos bíblicos. La religión de la época nuevamente encubre o distorsiona.

En la actualidad los rápidos medios de comunicación, han despojado de su halo impresionante hasta la muerte y en sí la han vulgarizado. Desde la guerra de Afganistán, y antes, asistimos fríamente, a ver el asesinato, exhumaciones, etcétera y nosotros en primer plano lo vemos casi ya sin importarnos.

Lo último que nos han obsequiado los noticieros fue el inhumano ?rescate? de los rehenes en Moscú. Es pronto para diagnosticar el efecto de estas tremendas visiones cotidianas sobre la psicología de los jóvenes o no jóvenes, pero no creo que tengan nada de positivo.

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