Esos jóvenes, de entre 13 y 20 años, se consideran innovadores, pero reconocen que son impacientes y testarudos. Más de la mitad de ellos considera que la auténtica vida social transcurre en las redes sociales, donde el 84 por ciento tiene una cuenta registrada, según una encuesta de la agencia estadounidense JWT. Para ellos es más sencillo chatear que hablar.
Sus padres no les pueden ayudar con las nuevas tecnologías, así que ven los tutoriales en YouTube y son autodidactas.
Para triunfar, confían en su “red” de contactos antes que en diplomas, y prefieren una organización horizontal antes que una jerarquía. En esta generación, al 76 por ciento le gustaría convertir su hobby en su trabajo.