Cada decisión tomada en esos espacios, nos concierne. Pero, ¿qué ocurre con la forma en que la ciudadanía se involucra allí? ¿Deberíamos todas las personas y familias ser partícipes de las decisiones políticas?
De acuerdo con María Alejandra Menaldo, activista y fundadora de la Escuela de Liderazgo para Mujeres Unidas San Marcos, las decisiones que se toman políticamente nos afectan directa o indirectamente, puesto que se vinculan con nuestra cotidianidad: desde el tráfico, hasta la educación, el ocio y la toma de decisiones individuales.
Menaldo agrega que muchas veces el involucramiento político trae consigo una idea vinculada al partidismo y las ideologías que producen ciertos rechazos. No obstante, destaca que las ideologías pueden ser útiles en la medida que proveen de insumos para tomar decisiones y dar opiniones en la vida diaria.
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“Las ideologías no se limitan a una identificación como izquierda o derecha, son diversas y pueden abarcar temas como derechos humanos, medio ambiente, tecnología, y otros. Sin embargo, hay factores como los valores que pueden ser igual o más importantes y a los cuales no se les presta tanta atención”, explica la activista.
Gabriel Wer, también activista y director del proyecto Instituto 25A y co-fundador del colectivo #JusticiaYa, coincide en que las ideologías no son malas, ya que pueden ayudar a reconocernos dentro de un espectro que mejora las formas de argumentación sobre las posturas que tenemos.
A consideración del activista, lo anterior puede conducir a otra lectura de la política, algo que -también coincide- no es algo inherentemente malo. Explica que puede tratarse de una herramienta para generar bienestar entre las personas de un mismo tiempo.
“En la medida que nos involucremos en la política podemos propiciar que al momento de la toma de decisiones, se consideren nuestras realidades y lo que necesitamos. A mayor participación habrá mayor diversidad, y la apertura para una sociedad más creativa y democrática”, apunta.
Aunque se trata de una herramienta viable para hacer que todas las voces se escuchen, el involucramiento político suele variar en los contextos, puesto que no todas las personas están situadas en una misma forma de pensamiento, así como también existen factores económicos, sociales o etarios que condicionan la misma participación.
Es en esos casos que surge la necesidad de re-pensar y reflexionar sobre las maneras en que nos posicionamos. “La idea es que la participación política no sea un privilegio, sino algo a lo que todos podamos acceder“, dice Gabriel.
Accionar desde los acercamiento con otras personas
Wer también apunta que la convivencia familiar es crucial para la formación de un criterio político puesto que allí se obtienen los primeros aprendizajes de la vida en sociedad. Muchas personas los replican y otros llegan a contradecirlos.
“La familia es el espacio central donde podemos y deberíamos hablar sobre política. Si se hacen cuestionamientos desde ahí, se podría incentivar el involucramiento”, apunta Gabriel.
Más allá del núcleo familiar, María Alejandra apunta que estar activo políticamente desde la cotidianidad no se reduce a la vinculación de un partido.
“Está en cada aspecto de nuestra vida, pero normalmente la confundimos con política partidista. También puede implicar unirse una organización social, estudiantil e incluso un grupo religioso“, señala Menaldo.
La activista apunta que la consciencia política puede estar presente en cualquier edad. Apunta que una de las mejores experiencias para acercarse a la misma puede lograrse desde voluntariados o la participación en espacios que promuevan la organización social por medio del trabajo comunitario.
Experimentar estas acciones puede brindar a las personas la oportunidad de sensibilizarse con otros contextos y les hace conscientes de los privilegios que se tienen. “No podemos ser críticos si no comprendemos que el bienestar común tiene empatía y diálogo. A nuestras democracias les hace falta mucha empatía”, subraya.
Otra forma de comprender mejor estas situaciones tiene que ver con la información que consumimos del contexto social mediante noticias. Esto permitiría que se entiendan varias de las causas y lo que pasa detrás de la forma política.
Otras pautas para accionar e involucrarse políticamente desde los espacios más personales y familiares pueden iniciar con las siguientes recomendaciones:
- Cambiar la idea que la política o la expresión de opiniones son motivo de miedo. Hacerlo, nos permite compartir cómo nos sentimos respecto a varias situaciones del contexto.
- Reconocer que todas las personas pueden involucrarse políticamente.
- Ser parte de convocatorias, asambleas, manifestaciones comunitarias o de los barrios a sabiendas que muchas de las decisiones tomadas en colectivo permean nuestras vidas.
- Aprender sobre otras formas de organización comunitaria más allá de los marcos estatales.
- No temerle al disenso -o la contradicción de posturas- puesto que las diferencias son parte de la diversidad en los diálogos y la construcción social.
- Tomar en cuenta plataformas como las redes sociales en donde se puede manifestar y nombrar varios acontecimientos. La difusión en estos medios virales puede ayudar a generar más consciencia.
- Involucrarse o ser parte de colectivos o grupos donde se compartan las formas de pensar.
- Ser partícipe de espacios de formación política o discusión a propósito de las temáticas que atañen a la sociedad. Esto no solo permite no conocer a personas con mismos intereses, sino a crear redes de confianza y de acción.